Cocinillas - Macarons

Este jueves: vamos a escribir sobre experiencias culinarias.

Puedes pasar por la bitácora para leer los relatos de mis compañeros.

Relato ficticio dentro de hechos reales.  




Caperuza se sentía frustrada, debido a la tradición familiar que tenía que cumplir cada año. Odiaba la cocina. Cuando decidía no salir, usaba comidas preparadas para el microondas o filetes de pollo listos para el sartén. !Toda una flojonaza!


-¿Ya decidistes que le llevarás a tu abuela? - preguntó la madre, por Skype.

- !Si, voy a ordenar Macarons en la pastelería de Du Maison! -

-¿Que? ¡No! Los harás tú misma, de forma tradicional con mis utensilios de cocina. Tu abuela es muy exigente para el postre anual. - respondió tajante. 


De mala gana Caperuza busco en youtube la receta perfecta. Luego, busco un tazón de metal, la batidora eléctrica y los ingredientes. 

- ¿Necesitas ayuda? - 

- No, gracias. - respondió enfurruñada.  

- Como quieras. Si necesitas ayuda, llama. - espetó la madre y cerró el ipad. 


Después de muchas pruebas, mezclas sin consistencia, masas inestables, cantidades de colorante insalubres, y un apocalipsis desastroso en la cocina, llegó a duras penas a la segunda fase. Forró una charola con papel para hornear. Llenó una manga pastelera con una mezcla verde oscura y formó pequeños círculos, y los puso al horno. 


«Tengo el presentimiento que esto no va a salir bien…» pensó. 


Media hora más tarde... 

Caperuza estaba recostada en el sofá enviando selfies por instagram, cuando recibió un tweet de Lobino ferozzino. 

- ¿Ya estás lista para el festival? !Es dentro de una hora! -


Se enderezó bruscamente, con una expresión de horror en el rostro. - ¡Oh no! - gritó, y salió corriendo de la habitación. La cocina estaba llena de humo. Tosiendo abrió la puerta de atrás. Una corriente de aire fresco entró, disipando el humo. Se inclinó y abrió la puerta del horno, apartando con la mano el humo que desprendía.  - Cooff... coooff! - exclamó. 


Los macarons estaban quemados, apachurrados, parecian engendros de estética mutante. En segundos la alarma de incendios se activó, desalojaron el edificio donde vivía, vinieron dos camiones de bomberos y tres coches de policía, y todo la gente con pijamas en la entrada del condominio. 


Su madre por supuesto, se enfurecería si no llevaba los macarons a la abuela hasta la gran mole de metal, cemento y cristal. No se le ocurrió otra idea que enviar un whatsApp a su amiga Lechuzina. - Amiga, vete volada y compra dos docenas de macarons en la pastelería de La Maison. No me falles. !Se trata de vida o muerte! - 


Cuando Lechuzina llegó, Caperuza la esperaba en la esquina del café, con su impresionante y super sexy traje rojo. Rellenó la canasta con las galleticas, se subió a la Kawasaki de Lobino, y arrancaron por el ancho puente Verrazano. 


Comments

  1. ¡Hola guapa!
    Que divertido... me siento muy en sincronía con Caperuza. No soy muy cocinitas, y cuando lo intento la cocina parece un campo de batalla. Me ha gustado, ha estado muy divertido.
    Un besito

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  2. Gracias por el post un saludo, hace mucho que no te visitaba perdón no he estado del todo activa me parece algo super lindo esto de genero culinario es muy bonito, me agrada.


    -BESOS Y ABRAZOS, BEA.

    Sempiterna (Fashion - Beauty)
    Geeky Freaky (Games, Series, etc)

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  3. Me gusta esta versión de Caperucita Roja, en pareja con el Lobo y rebelde a esa tradición de preparar la comida, que se puede comprar, evitando desastres en la cocina. Mara Laira está a favor de esta Caperucita.

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  4. Bonito blog totalmente diferente a lo que siempre veo
    abrazo

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  5. ¡Qué genial te ha quedado! Me he sentido tan identificada con Caperuza, que yo voy y los compro, ni hago el intento que sé cómo va a terminar y te termina saliendo más barato, que mira, hasta el edificio entero se ha enterado del desastre que armó por unos macarons xD
    ¡Un abrazo!

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