Cita y sueños - El Sexo Sentido

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Elegir una cita que más nos guste o inspire, y escribir un relato corto incluyendo los diez objetos adjuntos.  

Cita elegida:

“Amarse a uno mismo es el comienzo de una aventura que dura toda la vida” Oscar Wilde. (Escritor, poeta y dramaturgo de origen irlandés.​ 1854-1900)

Objetos: 

Llave/Antifaz/Cruz/Revólver/Teléfono/Vela /Esposas/Bañera/Moto/Piruleta. 

- Majestad, ha llegado Shirley Plywood de las fronteras del Pacífico Norte. - anuncia su acompañante, con una pequeña reverencia.


Antes de erguirse, Yasser absorbe el aroma de una vela aromática a sándalo, y se pone en pie, extendiendo la mano derecha. Obediente Shirley le entrega la suya blanca y delicada. A través del antifaz que cubre parte de su rostro marroquí, mira una brillante cruz de diamantes sobre los opulentos senos que desbordan del sujetador adornado con zafiros, rubíes y perlas.


- Dirígete a la bañera exclusiva del harem  - ordena, mientras da un paso atrás y suelta a la presa. La ve alejarse, escoltada por el sirviente, moviendo la perfecta anchura de sus caderas marcadas por la falda diáfana escarpada. Luego, saca un revólver de su túnica y la deposita en la mesa.


Después del riguroso baño y exfoliación de su cuerpo, Shirley espera en el amplio vestíbulo, en el que el sol salpica el interior a través de los huecos de la cúpula. Las paredes están cubiertas con azulejos y cerámicas en blanco sobre azul con la inscripción "Amarse a uno mismo es el comienzo de una aventura que dura toda la vida". Oscar Wilde. (Escritor, poeta y dramaturgo de origen irlandés.​ 1854-1900) Gotas de agua cristalina resbalan por el cuello y se detienen en el borde de la seda violeta que cubre sus generosas formas.


Por fin, él Sultán aparece, portando en la mano una pequeña bandeja de plata con un látigo, una madeja de nylon, esposas y una llave.


- ¿Cuerdas o grilletes? - pregunta, elevando las cejas con gesto inquisitivo.

- Esposas. - responde ella, inclinando la cabeza.


La poca experiencia de Yasser le permite a Shirley poder pensar el juego a su medida y, ella a disfrutar de una Dominatrix entregada y dispuesta a llevar a cabo su misión.


Yasser se deshace del caftán y turbante, los arroja sobre un sillón. Ella hace que le muestre las muñecas y le ata a una argolla que está cerca de una fuente de mármol y oro.


- Nada es comparable al deleite de sentir mis manos corrigiéndote, enseñándote, dejándome descubrir el placer que, mandar, imponer, castigar y dominar, no es solo un privilegio para ti. - le dice, mientras el látigo en sus manos lo va azotando hasta hacerlo temblar de placer en el dolor.


- Estás, pues, en mi poder. No hay salvación posible. -

- Haz de mí lo que te plazca. - susurra.

- ¡De rodillas! - le ordena.


Él se arrodilla y sin preguntar nada, sin decir nada se acerca a su sexo y lo lame con delicadeza. Después, un rápido movimiento, el silbido del látigo impacta de nuevo en la carne de su cuerpo.


- ¡No pares, por favor! - súplica.


Ella sujeta la cabeza contra su pelvis a pausado ritmo y con un veloz movimiento de Aikido; silencioso y mortal le rompe el cuello. Sin perder tiempo, se dirige al teléfono para comunicar el éxito de su misión. Con agilidad acelera el paso hasta la antesala de espejos y cristales, se viste rápidamente, saca una piruleta de fresa que lleva a su boca, y con toda tranquilidad sale de la mansión. Afuera le espera en una moto Kawasaki Ninja, otro agente encubierto de la milicia Françoise. 



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