Este jueves: escribir un texto con alguna añoranza del verano que se fue. ¿Qué sentimientos se despiertan en los últimos días de estío? ¿Que puede pasar con esos amores veraniegos que dejamos atrás prometiendo no perder su contacto?
El final del verano llegó y, tras él, quedan los recuerdos de inolvidables, mágicos y nostálgicos momentos. Como lo fue, una experiencia vívida, que pase durante una cálida noche en la cabaña de mis padres.
Aquel Sábado del anochecer, hacia las ocho, sólo sé que salí a caminar. Una maldita fiebre del mal de amores me bloqueo el sueño, y la pastilla no parecía surtir efecto. Una hermosa luna llena, pintada de oro y sangre, admiraba sus destellos sobre las aguas mansas del río. Así que, decidí caminar y caminar a lo largo del arroyo, acompañada por el monótono susurro de los insectos.
De pronto de la nada, empecé a alucinar cosas horrorosas. Habían demonios, alienígenas, espectros, de todas formas, negros y alados que me tocaban. Cuando menos me di cuenta, algo agarró mi brazo con un súbito movimiento, y empezó a tirar de él con fuerza y, arrastrar mi cuerpo hacía la penumbra más profunda y espectral del río. Yo golpeaba con los puños sin visualizar mi agresor, tratando de liberarme a toda costa; pero nada.
Súbitamente, como arte de magia esa fuerza negra infernal cesó.
Alcé la vista rápidamente y me llevé una colosal sorpresa, pues, un hermoso vampiro con traje terciopelo negro de amplias mangas de armiño colgaba entre las hojas muertas de un enorme árbol, sus ojos brillaban, y me observaban.
- ¿Te trajo la luna? - preguntó. De repente, recordé el melodioso acento asiático al hablar y, al acercarse más, palidecí.
- Creo que si. - susurre, sin saber qué más decir.
Aquel Sábado del anochecer, hacia las ocho, sólo sé que salí a caminar. Una maldita fiebre del mal de amores me bloqueo el sueño, y la pastilla no parecía surtir efecto. Una hermosa luna llena, pintada de oro y sangre, admiraba sus destellos sobre las aguas mansas del río. Así que, decidí caminar y caminar a lo largo del arroyo, acompañada por el monótono susurro de los insectos.
De pronto de la nada, empecé a alucinar cosas horrorosas. Habían demonios, alienígenas, espectros, de todas formas, negros y alados que me tocaban. Cuando menos me di cuenta, algo agarró mi brazo con un súbito movimiento, y empezó a tirar de él con fuerza y, arrastrar mi cuerpo hacía la penumbra más profunda y espectral del río. Yo golpeaba con los puños sin visualizar mi agresor, tratando de liberarme a toda costa; pero nada.
Súbitamente, como arte de magia esa fuerza negra infernal cesó.
Alcé la vista rápidamente y me llevé una colosal sorpresa, pues, un hermoso vampiro con traje terciopelo negro de amplias mangas de armiño colgaba entre las hojas muertas de un enorme árbol, sus ojos brillaban, y me observaban.
- ¿Te trajo la luna? - preguntó. De repente, recordé el melodioso acento asiático al hablar y, al acercarse más, palidecí.
- Creo que si. - susurre, sin saber qué más decir.
- Pense que tu ferrari berlinetta. - respondió con ironía, y bajó de un salto.
¿Mi ex es un Strigoi mort? !Vaya sorpresa! Me acerque despacio a aquel rostro que me miraba con ternura, toque sus labios, y uno de sus colmillos, - Es real. No estoy soñando - pensé enseguida.
Él, tomó mi cuello para alimentarse, con desesperación, hundió sus colmillos por la vena yugular y, bebió el líquido etéreo que fluía, lo saboreaba, lamia alrededor de la herida para luego clavar nuevamente sus afilados colmillos. Cuando calmó su apetito, me sentí cansada, agotada y caí en sus brazos. Poco más tarde, se fue en un torbellino oscuro, tan rápido como un suspiro.
Desperté sobre la verde grama, humedecida con el fresco rocío de la mañana cuyas gotas brillaban como diamantes. Fue entonces que me envolvió una calma extraña y, mi mente se sintió tranquila y armoniosa. Me levanté, y me alejé, dejando marcado así el inicio de una nueva mezcla de vida y muerte.
¿Mi ex es un Strigoi mort? !Vaya sorpresa! Me acerque despacio a aquel rostro que me miraba con ternura, toque sus labios, y uno de sus colmillos, - Es real. No estoy soñando - pensé enseguida.
Él, tomó mi cuello para alimentarse, con desesperación, hundió sus colmillos por la vena yugular y, bebió el líquido etéreo que fluía, lo saboreaba, lamia alrededor de la herida para luego clavar nuevamente sus afilados colmillos. Cuando calmó su apetito, me sentí cansada, agotada y caí en sus brazos. Poco más tarde, se fue en un torbellino oscuro, tan rápido como un suspiro.
Desperté sobre la verde grama, humedecida con el fresco rocío de la mañana cuyas gotas brillaban como diamantes. Fue entonces que me envolvió una calma extraña y, mi mente se sintió tranquila y armoniosa. Me levanté, y me alejé, dejando marcado así el inicio de una nueva mezcla de vida y muerte.
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