Libertad - Mundo Hostil

Este jueves: escribir sobre la libertad. ¿Cuál es el significado real para ti? ¿Serías capaz de hilvanar una historia haciendo énfasis en esta palabra? ¿Te sientes o te has sentido libre realmente alguna vez? 

Al atardecer, ya cuando regresaba a su manada, un joven lobo silvestre se detuvo a olfatear la cueva de una liebre. Era el más joven y hermoso de su clan, una bestia orgullosa, de enorme fuerza y formas esbeltas. Repentinamente, una rafaga de escopeta barrió el terreno a su alrededor. Trozos de corteza salían disparados de los árboles. El lobo aulló como si hubiera recibido un disparo y se alejó corriendo velozmente. 

Atravesó muchos campos y llanos que nunca había visto, hasta que llegó por fin a la orilla de un arroyo, allí, apagó su sed y prosiguió camino. Después de un rato por el bosque, llegó a una zona despejada con una senda pedregosa hasta un cercano pueblo. El lobo caminó silenciosamente, sus patas se hundían en las hojas escarchadas mientras apenas escuchaba el revoloteo de un águila de cola blanca. 

Tan pronto como llegó a las primeras casas del pueblo, levantó el hocico olfateando el ambiente y observó cautelosamente. Aquel sitio estaba solitario; las calles estaban llenas de barro, que se mezclaba con la nieve casi fundida. Avivó el paso para seguir husmeando, de pronto, se encontró con un perro gran danés que comenzó a ladrar a su alrededor. 

- ¡Cállate de una vez y deja de molestarme! - exclamó el lobo.

- Estoy tratando de ser amigable. - respondió, sacudiendo la cola. 

- Bien. - respondió, en tono altivo y desafiante.

- ¿Te has perdido?  ¿O eres un lobo solitario? -   

- No precisamente. - gruñó más que respondió. 

- ¡Ah! ¿pero debes estar cansado? Ven a mi casucha, allí podrás descansar un rato, y protegerte del frío. - le dijo. 

- Como digas. - respondió enseguida. El lobo había corrido tanto que, decidió descansar un rato para sentirse repuesto. 

Cuando por fin llegaron, la casucha del perro parecía que estaba por caerse de un momento a otro. 

- !Estás en tu casa! - dijo el canino con alegria. Mi nombre es Scooby Doo, fui nombrado así por mi amo. - 

- ¿Tienes amo? - 

- Si. Su nombre es Löw. Él es muy bueno conmigo. ¿Por qué no te quedas a vivir con nosotros? - 

El lobo se puso de pie y frunció el ceño. Algo le llamó mucho la atención y para satisfacer su curiosidad le preguntó:

- ¿Y esas cicatrices en tu cuerpo? -  

- Son las palizas de su amo. Lo hace cuando se encuentra de mal humor. Y la marca del cuello, es del collar con el que está siempre atado. - respondió enseguida, una gata flaca y enjuta de cuerpo. 

- !Cállate! todo lo que dices son tonterías, Nina minina. - 

- Scooby, creo que deberías venir conmigo enseguida. Todo animal tiene derecho al respeto, a su libertad. Por nada ni nadie cambiaría la mía.  Sus orejas se alzaron y se pusieron erectas, salió al porche trasero y se quedó allí, olfateando el aire. Luego se giró, y se despidió con un aullido. 

¡Gracias por leer! ¡Nos vemos en la siguiente entrada!

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