Reto #fuegoenlaspalabras

| Amphora | #fuegoenlaspalabras | Relato | Marzo |

Reto de este mes:

TORMENTA, MARTILLO Y SAL. Condición: Prohibido usar los plurales de las tres palabras.

No sé si he empleado correctamente la técnica de Giani Rodari con las tres palabras que conlleva este reto. Si entre mis lectores se encuentra un lector 'cero’ apreciaría la crítica constructiva. 

El binomio fantástico es una técnica desarrollada por Giani Rodari en su libro Gramática de la fantasía, se trata de unir dos conceptos o ideas que aparentemente no tengan relación entre ellas y de la que surgirá una idea para un texto narrativo. 

Amphora ansiaba ser la primera sacerdotisa de artes oscuras en el círculo Lunar, por lo tanto, se le ocurrió hacer un viaje a las cordilleras del Himalaya.

La reina bruja había ofrecido un cuarzo prismático de gran poder a quien fuese capaz de llevarle las trece piedras más negras de salitre. 

Los vientos azotaban la barca, a orillas del río Kashgar. El estallido de un trueno retumbó, la tormenta era inminente. Un fino velo de lluvia se dejó caer. 

Un kilómetro después, encontró una vereda, que dividía dos montañas. Cuando estaba a medio camino escuchó silbidos, varios reptiles en la maleza, apelotonados entre sí, se retorcían con sus lenguas venenosas. ¡Magnum Sal Mysterium! conjuró, las serpientes cerraron sus mandíbulas y en un gesto de reverencia agacharon sus cabezas, que habían permanecido erguidas.

Un detective se apareció en un carruaje negro, tirado por caballos. «Dónde estará esta cría tonta y testaruda.» pensó. Así que, con lupa en mano se introdujo en los zarzales que había invadido el sendero que llevaba a la cueva, siguió las huellas de un hilo de piedrillas grisáceas, hasta llegar a la entrada del túnel. Echó una mirada al suelo manchado de sangre, allá a lo lejos, descubrió el cuerpo del chef Manía, encargado de disolver los poderes místicos de la cocina Lunar, desecho en el suelo, condimentado, en un amasijo sanguinolento. 

Amphora intuía que el investigador le pisaba los talones. Continuó hacia el lado opuesto de la caverna, sacó el martillo y comenzó a golpear las paredes cubiertas del granito, escogió los trece pedruscos, los más negros y los guardó en su mochila. Se puso la capucha húmeda de su capa y salió corriendo rumbo al río.

La odiada parca, la acechaba oculta tras los gruesos troncos de los árboles.

Felizmente les muestro el premio otorgado por participar tres meses seguidos. 

¡Gracias por leer! ¡Nos vemos en la siguiente entrada! 

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