Cuentos - El Ghoul Híbrido

Este jueves escribir un cuento de terror.


Les cuento, todo sucedió una noche en la cual…

Una pequeña ráfaga de viento tibio y perfumado corrió por la ventana, haciendo que las cortinas transparentes rozaron mis mejillas. Mi negra y lúgubre cabellera aprisionaba mi cuerpo atrapandolo en un estado de limbo que en mi psiquis se había creado. Paralizada, solo pude observar la salida de mi cuerpo físico, y emprender velozmente un viaje astral, un viaje a otra dimensión fuera del espacio tiempo.

Cuando llegue a ese plano etéreo, me vi rodeada de varias criaturas cuyas cabezas parecían de hienas feroces y que solo observaban mis movimientos; ante tal terror sentí que mi frágil cuerpo estaba a punto de emulsionar entre un sinfín de siluetas infernales. Para mi asombro, observé una de ellas a media luz.

En segundos, sus ojos grandes color turquíes me indujeron a un dolor lacerante que, me hizo desearlo y abrazarlo hasta con la misma alma. El espectro trago saliva y se humedeció los labios; agarró suavemente mis caderas, luego despacio, acercó sus labios gélidos a mi trémulo y tibio cuello, su olor era único, fuerte, a embriagantes nardos y azucenas; pero al cambiar repentinamente a una criatura oscura encorvada de un solo ojo, el olor fúnebre se transmutó al azufre.

Con desesperación tumbo mi cuerpo en estado de cierta parálisis, y hundiendo sus colmillos en mi pecho hizo un tajo en pleno corazón. No hubo dolor, más cierta fascinación y placer al sentir con la fuerza que bebía y lamia el líquido extraído, de la bolsa llena de vasos sanguíneos que latía aceleradamente. Bebió hasta que sus ansias se calmaron, hasta quedar satisfecho.

- !Que delicia de corazón! - dijó una tenue voz en la penumbra, bajo el reflejo de la luna colándose por la ventana.

A la mañana siguiente, desperté pletórica, exaltada, he hice un esfuerzo por levantarme; y con la memoria un poco desorientada pude ver sobre mi pecho, una mordida roja y fresca en forma de corazón. Me quedé inmóvil, no sabía qué hacer, qué pensar. Luego a la orilla de mi cama estaba un pergamino, la curiosidad me hizo abrirlo, y para mi fascinación allí estaba escrita mi utopía con hilos de oro y plata.

<<¿Era posible de haber vivido un sueño tan lúcido, tan cierto, tan ... tangible?>>  me cuestioné con cierto temblor en las manos.



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