Bajo el influjo del insomnio - Jet Lag

Este jueves: ¿Quien no ha pasado una noche parcial o totalmente en blanco como consecuencia del insomnio? escribir un relato de esas interminables horas que pasan sin poder dormir. [Relato inspirado en la famosa película llamada Lost in Translation] 


Charlotte se encontraba pensativa en el confortable borde de la ventana, cuando alzó la vista y vio el reloj marcar las tres y media de la madrugada. Había salido desde un New York invernal hasta un veraniego y opulento Bangkok.

Alterada por la ansiedad, había pasado leyendo toda la noche sin poder concentrarse en la lectura, sin dormir tan siquiera un par de horas. El jet lag había alterado su ritmo biológico drásticamente. Pero aún así, no desistiría de realizar su deseo, con aquel hombre misterioso que, por causas de las circunstancias conoció en Tokyo. Bob Harris, era mucho más mayor que ella, pero la había conquistado con su peculiar carisma, lo sentía como un ramo de flores frescas llenas de vivacidad y alegría.

Horas más tarde, Bob llegó a la habitación con un ramo de gardenias. Charlotte abrió la puerta luciendo su ajustado vestido rojo, el que comenzó a subirse hasta sus caderas, mirando a Bob con ojos seductores. No le podía resultar más sensual con ese pelo ondulado, esa piel blanca inmaculada, esos labios y encima, torturandolo con ese cuerpo diábolo como el suyo, y él, motivado por la tentación, cedió a los encantos. Ambos se fueron directo a la cama con las copas que ella había preparado con anticipación.

- ¿Todavía recuerdas mi bebida favorita? - dijo, mientras deslizaba su mirada por las curvas de sus pechos y sus labios, absorbiendo su aroma fresco, vivo, casi poético.
- ¿Cómo podría olvidarla? - respondió después de un sorbo, relamiendo el sabor del lujoso líquido en sus apetecibles labios.
- ¿Quién aseguró que el jet lag afecta el apetito sexual? - susurró Bob a su oído, mientras su mano arrancó el hermoso y sensual vestido, dejando su cuerpo al desnudo.
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Empezó a besar despacio su piel sedosa como pétalos de orquídeas, como si se tratase de un acto ceremonial. La pasión la hizo temblar de placer, y ha él, lo sucumbió el deseo irrefrenable de poseerla. Fue entonces que, sus cuerpos ardientes y agitados dieron testimonio de la consagración de aquel acto tan deseado. Ambos convulsionaron juntos, disfrutando de un espectacular y exquisito orgasmo idílico.




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