Supersticiones - La Ouija

Este Jueves: escribir un relato en el campo de la superstición, que atribuya a una explicación mágica de dicho fenómeno. 


Nunca había pensado sobre mis supersticiones; ni había siquiera preguntado si soy supersticiosa. No obstante - y aquí está el pero - soy un poco escéptica con respecto a los temas sobrenaturales, de todo aquello que no tiene explicación.

El simple hecho de vivir el tan traumático dolor de perder a mi mejor amigo, de un día para otro, me sometió a una fuerte carga emocional. Esta pérdida causó un fuerte impacto en mi mundo onírico; ya que llevo meses que se aparece seguido en mis sueños, trata de advertirme de algo, pero no puedo descifrar el mensaje.

Un dia, pense en mi amiga Silvina. Ella es un miembro activo de un círculo que se dedicó al espiritismo. Se dio el caso que a petición mía reservó  una sesión en la noche más lóbrega y oscura del día de San Valentín. El día que llegué a la extraña casa vi a Silvina esperando afuera, y enseguida me llevó al sótano donde se encontraban ya sentadas, tres chicas vestidas de negro.

Me invitaron a sentarme, y me acomode en torno a la mesa redonda donde ardían varias velas rojas. Un olor a incienso y plantas aromáticas ahogaban el ambiente. Nos tomamos de las manos, según ellas para dar paso a la relajación mental y visualizar la burbuja de luz dorada para protegernos contra las malas influencias. Seguido colocamos el dedo sobre la superficie del indicador de la ouija sin presionar, y Silvina comenzó con la pregunta habitual.

- ¿Hola... hola, hay alguien aquí? (silencio) ¿Si alguien está presente, por favor puede decir su nombre? -

El tablero formó la frase: No puedo. La cara de Silvina mostró cierto asombro.

- ¿Conoces a alguien de este lado? - procedió a preguntar.
- Sí. - fue la respuesta inmediata, - ¿Puedes decir quién? - interrogó de nuevo.

Entonces el indicador empezó a moverse señalando de nuevo a las letras, una por una, hasta formar la palabra,  - Mónica. - De momento las llamas de las velas comenzaron a agitarse como si hubiera alguna brisa.

Una de las chicas hizo una pregunta más directa. - ¿Di entonces qué quieres? - El indicador se movió hacia las letras para formar las palabras: - “Mónica, avenida lirios, edificio 1818“. - Un grado de asombro y estupefacción entre la fantasía y el realismo me dejó una sensación de desequilibrio. Pero retome fuerzas para decir:

- Explícate, por favor. - Acto seguido, ante nuestro asombro pudimos leer la última frase dictada por el tablero:
- “peligro, no te mudes a ese edificio” - Entre tanto mi escepticismo perdía su valor.
- !Di tu nombre o manifiéstate! - exclamó Silvina irritada.

De momento la mesa se sacudió con violencia. La tabla parecía adquirir vida propia, las palabras se unían para amenazar: - “no preguntes o te vas arrepentir” - Enseguida la silla de Silvina comenzó a levitar para después caer al piso fuertemente. Sentí un escalofrío que me recorrió la espina dorsal, una de las chicas dijo que el espíritu se había enojado y ya no podíamos hacer más preguntas. La habitación quedó en penumbras por lo tanto se dio por terminada la sesión. En ese instante pensé que, quizá nuestra mente nos había jugado una mala pasada, y que la energía de nosotras eran quienes movieron el indicador al fusionarse.

Después de varios meses en busca de nuevo apartamento, recibí una llamada de la agencia para comunicarme que tenían el apartamento perfecto para mí. El empleado pasó a recogerme, y al llegar, para mi sorpresa el carro se estacionó en la avenida lirios y frente al edificio número 1818. De momento palidecí al recordar la experiencia que tuve en la sesión.

- Llegamos, este es el edificio. - dijo el hombre, con amplia sonrisa.
¡Me quede petrificada! no sabia que decir. Un fuerte escalofrío se apoderó de todo mi cuerpo.


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