Reto de Acompáñame - Yankee Doodle Dandy

Este es un reto navideño organizado todos los años por el blog Acompáñame.Tiene que contar las peripecias de un perro en la cocina y tiene que ser no más de dos páginas de word.

Érase un día soleado y frío de Navidad en Bridgeport, los árboles estaban llenos de copitos de algodón. Las calles estaban cubiertas de una intensa nieve acompañada por hielo. Los rayos del sol se colaban por la ventana que caían por mi cuerpo. ¡Qué tibio y agradable era el sol de aquella mañana! 


Allí me encontraba yo; en medio de aquella sinfonía etérea, solo con mi ama. Si, crean o no, aunque fui un perro, no la deje de sentir. Pase tantos años a solas con mi ama que, logre percibir casi todo lo que un humano podría sentir. La Navidad siempre fue una de mis épocas preferidas del año, ¡Los aromas! esos aromas en el aire de carne asada. También, me gustaba disfrutar de su casita adornada con luces multicolores, hacer travesuras en la cocina y en su lindo árbol de Navidad.

Un dia, me encontraba muy tranquilito en mi camita acolchada tipo donut, descansando y, quizá por los años que tenía encima, me envolvía una espectacular flojera. Por lo tanto, no le pedí a mi ama, que me llevara a perseguir liebres y ardillas. Solamente salí a dar la ronda, para mis necesidades fisiológicas.

Recuerdo que estaba muy contenta, ya que ese día tendría invitados. ¿Saben una cosa? Me encantaba cuando mi ama tenía invitados en la casa. Y es que solamente así, preparaba ricos manjares. Sería muy arrogante de mi parte decir que no comía cualquier cosa, pero es la verdad, ya que desde chiquito mi ama me cuido con relativo esmero y, no escatimo para darme lo mejor en alimentación.

Pensaba dormir todo el día, pero muy difícil con el alboroto que estaba formando mi ama en la cocina. Medio desganado me levanté para ver qué sucedía. Grande fue mi sorpresa, al encontrarme con el olor que había en la cocina, era tan delicioso. Claro, era mi comida favorita, esa que tanto me hacía babear, y que, por alguna razón, ella tenía la mala costumbre de cocinarla solamente una vez al año.

Me puse a merodear por el pasillo de la cocina, sin perder un detalle de lo que hacía. Sabía que al terminar, tendría que salir a ducharse, ya que era su ritual después de cocinar. Sin apuros, me puse a esperar. Después de algunas horas y de bañar y bañar el bendito pájaro con sus mismos juguitos, al fin lo saco del horno y lo puso sobre la mesa. No tienen idea de lo rico que olía, en fin, no solo el pavito, sino toda la cocina a ese olor celestial. Y es que, ese olor a jamón y salchichón también me traían enloquecido.

Las horas pasaron y ella seguía, cortando, lavando y cocinando. Mientras, las sinfonías de mis tripas estaban por colapsar. ¿Pero porque tarda tanto? Me preguntaba, lamiendo la baba de mi hocico. Al ver el flujo de mis babas, se fue a la alacena y sacó un bote con mis golosinas favoritas.

- ¡Toma Yankee!  vete acostar. Hoy tendré visitas, y debes comportarte muy bien.  - dijo con su peculiar sonrisa.

¿Vaya, eso es todo? pensé. Estaba tan emocionada que ni me ofreció un adelanto de lo que ya estaba preparado. Déjenme decirles, que a pesar que era un perro leal a toda prueba, hipersensible, y de una devoción inaudita, no quería decir, que los ímpetus de mis travesuras descontroladas se fueran a suprimir.

Le seguí escuchando impaciente, cantar al ritmo de huevos batidos y leyendo en voz alta sus recetas. Esa mezcla de olores me estaba aniquilando. El golpear del cuchillo en la madera picando cebolla y ajitos, me tenían los tímpanos macerados. Pero no me importaba, ¡Hoy iba comer carne de pavo fresco! Es todo lo que ansiaba, se me estaba haciendo una compulsiva obsesión. Las horas se me hacían eternas, tanto así, que sentía cambiar de personalidades cada diez minutos; era como si me estuviera transformando poco a poco en Dr. Jekyll and Mr. Hyde.

¡No. No es broma! Lo malo y lo bueno, querían controlar mis actos, no sabía qué hacer. Al cabo de un tiempo, me levante desesperado, ya no la escuchaba hacer tanto ruido. Pase por la puerta de la cocina, hasta la otra esquina. De pronto la vi salir apresurada, algo estaba pasando ya que sus gestos me lo decían. La vi correr hacia el armario, agarro la cartera se puso el abrigo, y dijo:

- Yankee, cuida la casa. Voy a la tienda de la esquina, no tardó.
- ¡No podía creerlo! ¿Estaría soñando? pensé, moviendo la cola, y conteste:
- ¡Guau! ¡Guau! Woof, woof! - tras ella cerrar la puerta, mi personalidad cambió totalmente.

Salí corriendo a la cocina, me prepare ávidamente para abalanzarme sobre la mesa, abriendo por completo mis poderosas mandíbulas hasta aterrizar en ella.
!Wow! ¡Qué banquete! aullé de contento. No sabía por dónde comenzar. Las bandejas se iban sucediendo uno tras otra, a cual más rico y más exótico. Era la primera vez en mi vida que veía diferentes clases de carnes. Mis ojos brillaban de satisfacción, mi conciencia perruna estaba aniquilada por la tentación. Nada me hacía reflexionar sobre mi pobre ama que, había tenido que cocinar largas horas, para que yo estuviese a punto de destruir todo.

La tentación fue más poderosa y haciéndome caer con apetito feroz; comencé a devorar los salchichones. Después pase al pavo, mis mandíbulas no paraban de triturar semejante pajarón bañado de exquisitas salsas que lamí y relamí hasta quedar cansado. Aun así, no paré, seguí engullendo el jamón horneado con piña y cerezas, que estaba de chuparse la pata. !MMmm estaban riquísimos! Comí a toda velocidad, todo pasó tan rápido que perdí la noción del tiempo. Después no podía creer lo que mis ojos estaban observando. ¡Oh perra madre mía! La mesa era un completo desastre. ¡Cómo fue posible que haya comido tanto! Enseguida comencé a sentirme mal, sentía ganas de vomitar.

Al escuchar las llaves en la puerta, regreso mi 'otra personalidad'. Estaba asustado, casi no podía mover el cuerpo. Sentía que si hacía un movimiento rápido llegaría a explotar. No supe que hacer, lo único que vino a mi mente fue quedarme quieto y en silencio. Sabía que lo que había hecho me costaría quizá hasta la vida.

-¡Ya regrese!- Escuche, al ella entrar. Lo único que se me ocurrió fue mover la cola con un débil ¡Guau! ¡Guau! Woof, woof!.

Le vi quitarse los zapatos y el abrigo, mientras el corazón comenzaba a palpitarme velozmente. Cuando entro a la cocina, un grito desgarrador me hizo levantarme en un ¡Zas! Estaba tan asustado que la única autodefensa de mi intuición fue gritar, digo aullar. Aaauuuu… AAauuuu… AAauuuu. Por unos segundos lo único que se escucharon fueron nuestros gritos al unísono.

Mis músculos no querían funcionar. Trate de levantarme mas no pude. Solo podía ver a mi ama, con diferentes gestos. Estaba asustada, disgustada, enfurecida y condolida de verme en ese estado. Yo estaba resignado, vencido, no me importaba que mi ama hiciera de mí. Me sentía tan mal, que no podía pensar en otra cosa. Me quede ahí, casi agonizando de la fuerte indigestión que agarre. Al reaccionar, la vi correr hacia el teléfono y cancelar la cena en casa. Todos irían a un restaurante para la cena navideña.

Mi ama es un ángel, termine en la clínica del veterinario y no en la calle, ni la casa de adopción. Sé que me adoraba sobre todas las cosas. Por eso, desde que me fui de su lado, a través del arco iris, velo sus pasos y su sueño.



Comments

  1. Empecé a leerte y pensé, ¿este post de cuándo es? ¿Navidad? ¿frío? tanto es así que tuve que mirar la fecha jajajaa, y lechessss, lo tuyo ya es alucinante, porque ser capaz de recrear la Navidad y el frío en pleno julio con este calor, significa que tienes una imaginación desbordante.

    Me has traído un poco de frío en estos 40 grados. Un besazo

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    1. Gracias por la visita y comentario. Un placer saludarte.
      Abrazo!

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