Estresada

  Título: Estresada


- Escalpelo - pidió el cirujano. La enfermera lo colocó en la palma de su mano. Después, al introducir una cánula con excesiva fuerza se rasgó la aorta. La enfermera le entró pánico, cuando la sangre comenzó a brotar hasta salpicar su mascarilla.

 

-¡Sutura! - grito el cirujano. Sus manos enguantadas comenzaron a temblar al tomar de la charola un porta agujas con hilo negro de seda que, a los segundos resbaló de sus manos cayendo al piso. El cirujano se puso furioso y la corrió de la operación.

 

Sin mediar palabra, salió del quirófano apresuradamente. Estaba sudando y fuera de sí, por la frustración y la humillación. Se quitó la mascarilla, el gorro y se fue a los baños.

 

Bajo la liviana belleza de sus rasgos que se reflejaron en el espejo se notó el peso de las largas horas de trabajo. Le dio pavor al ver la profundidad de sus ojeras por la falta de descanso, el estrés de sus horas nocturnales. Sin pensarlo más se reportó al profesional a cargo, recogió sus cosas y se fue a su casa.


Era medianoche y la lluvia no cesaba. Sin tener otra opción, en la primera estación de gasolina que encontró se detuvo a echar gasolina. A los pocos minutos, un hombre se acercó a ella.

 

<<Maldición>> pensó.

 

-  ¿Qué hace en la calle a estas horas una chica guapa como tu? -

Ella lo ignoró y siguió viendo el contador de gasolina.

 

- No te des aires de gran dama, baby. - dijo el tipo con las manos sobre el auto.

 

Ella trató de esquivarlo, pero él la devolvió al lugar de un empujón.

 

- Se buena, no te hagas la dificil, ¿si?

 

Pensando cautelosamente, comenzó a buscar una vía de escape. Un fiero brillo resplandeció en sus ojos. Pretendió seguir con el juego, mientras con mucho sigilo se llevó las manos al escalpelo que siempre portaba en su chaqueta.

 

- Eso es, tranquila. - dijo abalanzándose sobre ella y toqueteando sus tensos músculos que estaban dispuestos para responder.

 

Su cuerpo no demostró ni un ápice de temor, ni demostró el cargamento de estrés que estaba escondido como bomba atómica. El asaltante empezó a rasgar la blusa y los botones salieron disparados. La besó, mordió su cuello, entretanto sus manos trataban de bajar su braga.

 

- !Vamos, no te detengas! - gritó, en el instante que deslizó el filo de la cuchilla en la garganta, dando un corte certero, rebanando la yugular.


Respiro profundo y se limpió la sangre de la cara. Una extraña conexión neuronal se apoderó de ella, sintiéndose nueva, re-energetizada. Cuanto disfruto el cercenar las malditas fibras musculares que detenían el cuello. ¡El momento fue mágico!


Una extraña conexión neuronal se apoderó de ella, sintiéndose nueva, re-energizada. Respiro profundo y se limpió la sangre de la cara, una extraña conexión neuronal se apoderó de ella, sintiéndose nueva, re-energizada, después de cercenar las malditas fibras musculares que detenían el cuello. ¡El momento fue mágico!



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