
De pronto la conversación fue interrumpida. Un feroz Halcón negro descendió, lanzando plumas de fuego hacia ellos. Esos ataques aterrorizaron a Grimalkina. En aquel instante se transformó en una Zolfwar, víbora voladora cuyas escamas azuladas y venenosas, contenían la magia negra de las antiguas hechiceras Lancashire.
¡Transliculum! —gritó, el Halcón. Ella apenas logró evitar el hechizo, que desviado fue a golpear un cúmulo de libros de alquimia.
—¡Crees realmente que puedes contra mi! —Vamos, solo eres una bruja de tercer rango. Aún tienes mucho que aprender sobre magia negra. —dijo. Él carcajeo divertido.
—¡No te atrevas! —gritó encolerizada.
—¡Por supuesto que me atreveré! —Se concentró y de sus pupilas azul gris surgió un halo de luz brillante. Iba recubriéndola de una sustancia plateada, formando una armadura metálica alrededor de su cuerpo, que la dejó inmovilizada.
El pelaje grisáceo de Börte se erizó, inclinó las patas traseras y su fauce se abrió, mostrando sus afilados dientes. Súbitamente la misteriosa ave se volvió hacia él y, un conjuro de anillos de magia rúnica, envolvió la horrible bestia, dejando a la presa indefensa. Seguido, levantó los brazos por encima de la cabeza del druida mayor y convocó la magia de Ogma. —¡Retractum Statim! —Überiems, se despertó de súbito.
Tardó un momento en recobrar la conciencia, y reconocer a las personas que estaban a su alrededor. Velitius y Abäk se mantenían en silencio, de sus bocas no salía un solo gemido, solo observaban con inquietud a la insólita criatura.
―Para todo hay un hechizo ―murmuró el pájaro. —¡Utenim adinima veniam!
Los hilos negros en sus bocas comenzaron a fundirse, desapareciendo por si solos.
—¿Qué brujería es ésta? —rugió Börte a Grimalkina.
—No lo sé —contestó.
—¿Por qué, entonces, no haces algo?
―Te lo advierto. ¡dejanos libres o te destruiremos! Arderás en los infiernos, humano insignificante. Tu cuerpo se consumirá entre las sombras y el sufrimiento. —exclamó una desafiante Grimalkina.
El antropomorfo de Börte comenzó a alargarse más de forma inesperada, y sus poderosas mandíbulas mordían los aros mágicos.
—¡Magia inútil! Te puedes crecer todo lo que quieras, pero eso no te hará más fuerte —pronunció Pytar, visiblemente irritado. Sus grandes zarpas se abrían y se cerraban espasmódicamente. El medallón que colgaba del cuello lanzó un simple hechizo. Los anillos vibraron y Börte sintió un fuerte apretón alrededor del cuerpo y cuello.
—Sigue moviéndote y tus huesos serán cortados en pedazos. —dijo restándole importancia a sus palabras.
El Halcón cerró sus alas de crespón y descansó sobre las cuatro patas, seguido de un resplandor de luz que lo transformó en un corpulento y rústico cuerpo. Cuando Velitius vio el medallón carmesí que colgaba sobre el pecho, supo quién era.
—¡Pytar de Skamfar! —exclamó el druida menor al reconocerlo.
Pytar de Skamfar no era un simple guerrero, era un proncipe, heredero del trono Ua Néill, elegido por las tribus de las regiones de Na Gàidheil. Sin embargo, la magia de su medallón cuya procedencia exacta era un misterio, estaba puesta en duda. La mirada de Grimalkina se posó en las varoniles facciones. La ropa brillante, bordada con todo tipo de símbolos extraños, le resultó tan extraño como fascinante. Recordó cómo solía observar a los guerreros de barba tatuada y trenzas rojizas, con una mezcla de odio y temor, pues eran unos personajes rudos y violentos. En otro tiempo había sido el jefe de los nómadas Ölgiy; todavía le obedecían, porque sólo él conocía todos los misterios arcanos. Además, su magia superaba a todas las tribus de las regiones circundantes; empezaban a creer que era inmortal.
También contempló el septagrama del medallón carmesí que brillaba sobre aquella piel bronceada. Un presentimiento golpeó a la bruja como una bofetada. Pytar de Skamfar podría impedir que su magnífico plan se llevase a cabo. Un plan para acabar de una vez con la triada Kildare, con el ejército de Antártika, y con todos los aliados de Serendipity. Un plan que le dejaba el camino libre para hacerse dueña de todas las tierras conocidas y crear un imperio que, en honor a su padre, se llamaría Hadriam.
El guerrero se acercó a los prisioneros, que estaban encadenados a las argollas de su magia; habían sufrido una espectacular transformación: ahora eran medio humanos y medio bestias. —¡Maldito Ua Néill, no te atrevas a hacernos daño! —bramó,Grimalkina.
—Silencio, bruja, o conseguirás enfadarme —gruñó, arrastrándola hasta una multitud de miles de murciélagos que volaron en forma de serpentina. Sus palabras lo enfurecían más allá de todos los límites. ¡Se atrevía a desafiarlo! Lo cual lo desconcertaba, y ahí estaba el misterio, él nunca se dejaba afectar por las amenazas. Su arrogancia no era tal en presencia de aquella pequeña arpía.
Él levantó las cejas y ella estudió su rostro. Eran sus ojos azules como el cielo, profundos con unos puntos color negro que bailaban dentro de ellos. Una fría sonrisa cruzaba su misterioso rostro, enmarcado por un cabello largo rojizo recogido y atado en una elaborada mata de trenzas. Skamfar la miró intrigado por su aspecto y le hizo preguntarse, ¿sería una bruja original Lancashire? Este era un demonio divino y su ego era tan alto como ella. Recordó que la bruja mayor de las Lancashire y sus cómplices fueron acusadas de hechizar a los pueblerinos a unirse a sus cultos satánicos y celebraciones diabólicas, fue odiada por su crueldad despiadada. La gente solía creer en todo tipo de magia y demonios, pero una turba de guerreros Ua Néillyes la asesinaron y quemaron su cuerpo. Pero no era el momento de ese tipo de observaciones. El Ua Néill, desvió la mirada y se concentró en otra cosa.
—Überiems … —susurró Skamfar rozando su barba. ― Nos conocimos hace tantos siglos que hace mucho tiempo que olvidé cuándo sucedió, pero recuerdo que fuimos muy buenos amigos. Es lamentable lo que está pasando en el reino de los Fendley. Es que no lo puedo creer. Los súbditos del reino fueron convertidos en trozos de hielo y escarcha; al igual que su esposa e hija, incluyendo el alquimista Emetèrico. Pero lo que más me sorprende es la captura de Trevor Velhagen y del príncipe Nólakwen. La triada Kildare estará a punto de ser destruida. Así que pensé: ¿quién más podría ayudarlos? Y acá estoy. Vengo a hacerles una propuesta. Les ayudaré a derrotar a Antártika, cuidaré de ustedes y, juntos, gobernaremos Serendipity —¿Qué me dicen?—.
Grimalkina estalló en una carcajada.
Durante el caos provocado por Antartika, había resultado difícil distinguir entre aliados y enemigos. Todos los conocidos desde siempre podrían convertirse en los más peligrosos adversarios. Pero... ¿Qué mejor aliado que Pytar de Skamfar para poner fin a los enemigos de Serendipity? Pero la ayuda no vendría sin precio: a fin de derrotar a la peligrosa Antártika y a sus huestes, puede que la triada Kildare se enfrente a otro enemigo más poderoso y más inteligente que el actual.

Comments
Post a Comment