DÍAS DE OTOÑO..... - Equinoccio de otoño

Este jueves: el otoño llegó y con él, los colores. Los árboles se visten de rojo dando paso a alfombras de hojas secas. Por ello, escribir un relato inspirándonos en esta hermosa estación. 




Permaneció sonriendo durante unos instantes, tenía que ser cautelosa, la bestia no era de fiar. Cuando, finalmente se aproximó hacia ella, sintió sus brazos velludos abrazarla y una lengua cálida y áspera le lamió con delicadeza la cara. Loferoz levantó las orejas y dijo: 
—¿Qué hace la bella Capiroja por el bosque del viejo cuento?
—¡Mon chéri, cuánto me alegro de verte!  —dijo, evaluándolo con la mirada. 
—¿Lo dices en serio?, eh, ... !qué te parecen mis nuevos dientes! !mi nariz y mis manos! 
—Asombroso. Pero aún sigues peludo. ¡Qué asco!
—No olvides que sigo atrapado dentro de este estereotipado cuento. Eso sí, no puedes negar que en los últimos años he sufrido uno que otro cambio.
Ella no perdió el tiempo.
—Vengo hacerte una proposición. Qué te parece si en vez de hacer el mismo recorrido a la casucha de la aburrida bisabuela, lo haces a la Zona Roja. Es noche de Halloween y estará repleto de chicas tiernas y crujientes, ¿te animas? Loferoz sorprendido por la tentadora invitación aceptó entusiasmado y respondió:
—¡Allí estaré! 
Hacia la medianoche muy puntual llegó a la fiesta. Ella lo recibió con una amplia sonrisa. 
—Pareces feliz —verbalizó, mientras se quitaba la caperuza de su capa. Él babeaba por doquier, sus ojos resplandecían con tonos plateados cuando veía bailar a las chicas de capa roja y faldas cortas.
Horas más tarde, las luces mortecinas de aquel ambiente lugubre y tenebroso se apagaron, seguido de un grito aterrador. Él permanecio inmovil, con sus tres hileras  de  dientes y mortales garras.
 —¡Capiroja! —habia susurrado —. Seguido a escasos metros de él, una linea de enormes y grotescas calabazas se encendieron.
—¡Dulce o travesura! —exclamó Capiroja. —La luz mortecina, entre violácea y anaranjada, ilumino su cuerpo levemente. Loferoz olfateó de inmediato el peligro que lo acechaba y vocifero: 
—¡Travesura! —Tras el aullido, las chicas Escarlata se fueron deformando en incubos de piel gris, que dejaban ver la carne putrefacta de su interior con miles de aguijones venenosos. 
En cuestión de segundos, este se tornó en un poderoso y agil licántropo, con incisivos y garras como dagas afiladas que, en un abrir y cerrar de ojos despedazaron las entrañas de las Escarlatas. El piso quedó cubierto de órganos, miembros esparcidos y porciones de piel desgarradas. Loferoz escrutó la cabeza de Capiroja con sus pupilas colgando y le acarició el rostro. —Será un buen souvenir de Halloween, —dijo sonriendo. 
Apresó la cabeza entre sus fauces y desapareció veloz sin dejar rastro.


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