
Utiliza toda tu creatividad para describir de forma cómica un relato de una visita a la peluquería con final dramático.
- Vamos, Junior. - dijo la madre. El pequeño parecía tranquilo, dispuesto a obedecer.
La señora sentó a su hijo en la silla del carrito y le dio una paleta tricolor.
-!Oye, Coraima! - le grito a la peluquera. - Es ahora o nunca, mujer. Avanza, que este nene no dura mucho tiempo tranquilo. -
A su lado había otro crio que, dócil y con ojos asustadizos se dejaba cortar el pelo. Junior lameteaba su gran paleta, le miraba y sacaba la lengua.
- No, Junior. - dijo la madre, que lo agarro de la cintura de los pantalones y lo volvió acomodar en la silla.
Violeta era una fiel clienta de Colettas, una peluquería infantil donde la dueña tenía mucha paciencia en cortarle el pelo a su hijo, ya que ninguno de sus empleados quería lidiar con él.
- !Violetica! no te esperaba tan pronto. Aguarda, enseguida vuelvo - dijo la dueña con cara de sorpresa.
Al cabo de unos segundos, regresó con la ayudante vistiendo un casco con máscara de metal, coderas y rodilleras.
- !Lista! - exclamó, con peine y tijeras en mano. - Vamos, Kuka asegurate de sostenerlo de los brazos fuertemente. - le dijo, visualizando el objetivo.
- ¡Bua, bua! ¡bua, bua!- lloro furioso, y estrelló la paleta contra el espejo. Junior quiso levantarse, pero Kuka lo restringió al instante. De pronto se transformó, ya no sonreía; su cara se había tornado en una mueca de animal felino. Los orificios nasales del pequeño se fueron dilatando a medida que de su boca surgía una estruendosa melodía de gritos y frases incoherentes. La peluquera rápidamente tomó las pequeñas tijeras firmemente y comenzó a cortar sin poder dar un corte parejo.
- !No! !nomá! !nomá! - grito Junior, mientras pateaba, escupía y mordía los brazos de la ayudante.
- !Sostenlo fuerte, o me pasaré llevando las orejas! - grito, la frustrada peluquera con el pulso acelerado.
- Vamos, Junior, quedate quieto. -
De repente, cuando iba a dos pulgadas por encima de la oreja, el pequeñín dio un giro de cabeza inesperado y !Zas! Un estrepitoso grito se dejó escuchar por el inmenso salón, y un hilo de sangre mezclado con saliva comenzó a colgar de la pequeña barbilla.
- !Maldicion! !Ya lo corte! - gritó, la mujer dando saltitos.
- !Ay, bendito! !le has vola'o la oreja! - exclamo, petrificada la madre.
- Lo siento, Violetica. Por suerte fue solo un rasguño. Pero hoy el nene está peor que nunca. - dijo, al observar el completo crimen capilar.
- !Ay, mi Junior! !Que barbaridad! Ya, nene, no llores. - espetó la madre, mientras el pequeñin lloraba y gritaba a todo pulmón.
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