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42 - Escribe el relato de una persona invisible que se cuela en su lugar favorito del mundo.


Desde lo alto de un edificio, Leah, observa, como si tratase de descifrar algún mensaje en los recorridos de las gotas ámbar y ácidas, que se juntan y caen lentamente hacia el alféizar. Con la cantidad de sedantes que circulaba por su cuerpo, tenía que haber sido capaz de hacerlo, pero no pudo. Sentirse ignorada, invisible, era un sentimiento devastador que estaba experimentando.

Ella se gira, callada, hurtando horas con su existencia casi etérea. Sacude la cabeza dejando que la visión se disipe, y trata de enfocar su entorno. En ese apacible espacio, se sienta frente al tapete verde de su escritorio, y hojea de manera abrupta la agenda digital, ¿que dia es hoy?

Luego se comunica con la bombilla multimedia de cristal, que cuelga en el centro de su oficina para sacar información; como fotografías, videos, textos, planos, algo que denote que su trabajo fue algo más que una simple misión. Ella fue parte del escuadrón de hombres y mujeres con dispositivos y un radar implantados en el cerebro, para rastrear y aniquilar a los reptiloides Galactus, una raza guerrera humanoide que odia a los humanos, y van viajando por el cosmos erradicando la vida.

Largo rato estuvo inmóvil, divagando en imaginaciones, en aquella turbación muda y ansiosa. ¿Que era lo último que recolectaba su mente? la cruenta batalla con ese reptil robusto, grotesco de azul-pardo, con tentáculos retráctiles, dedos largos y garras en los pies, con el que perdió la batalla y sus extremidades.

Desde entonces, aprende a crecer en auténtica soledad, insensible ante la ausencia de ser reconocida. Cada vez que sale de su atmósfera depresiva, corre veloz a resguardarse, en el lugar donde están los mejores momentos de su vida militar, su oficina Biophilia.

El recuerdo le devuelve un poco la tranquilidad, cuando abre la pantalla invisible en 3D que ella misma diseñó, y busca la memoria holográfica de su amado Zaid. Se siente sola más que nunca, a pesar que oye el palpitar fuerte y conciso del corazón de su esposo; en algún lugar no muy lejano del universo.

Llueve cada vez con más fuerza, parece como si el cielo se compadeciera de ella y le mostrará su apoyo acompañándola con sus ritmicas rafagas de lluvia tóxica.

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