La vida de los otros - intrusión

Este jueves: crear una historia a partir de una conversación aleatoria, que nos haya atrapado de lleno en el diálogo. 

En la ciudad más romántica del mundo, dos chicas tomaban café y charlaban. 

¿Tú crees en la famosa leyenda de la Emperatriz Sôseki? - 

- Si, pero no en la urbana. A lo largo del tiempo ha sido tergiversada. -

- ¿Cuál sería la original de esta ánima?  - preguntó, llena de curiosidad. - 

- Estoy segura que la versión del libro Kojiki. Cuenta la historia que, cerca del Mar Blanco vivió un Príncipe llamado Rai Kotaro, el cúal, envenenó a su esposa Sôseki y culpó a una de sus concubinas. Ella, sumida en la rabia y el odio, al morir, se tornó en una Onryō y le echó una maldición... 

La conversación fue completamente interrumpida, por la llegada de una tercera amiga que comenzó hablar sin parar.

Kiara estaba sentada al otro extremo, escuchando atenta la conversación. Sonrió, tomó el café y le dio un sorbo. Volvió a mirar el reloj, las dos y cuarto. Su hermana no aparecía. Mientras miraba pestañeando a su alrededor, no podía dejar de pensar en lo que había escuchado. La tentación fue más fuerte, cerró los ojos y dejó fluir el resto de la historia mentalmente:

Rai Kotaro se hastío de estar encerrado observando desde el balcón al mundo exterior, y decidió salir en busca de un chamán alquimista que pudiera ayudarlo a revertir su mal.  Caminó entonces, hasta perderse entre los templos y plazas. Al cruzar la calle reparó en los rasgos místicos de Mako, una joven que maniobraba con asombro la magia Yamato. El Príncipe quedó vislumbrado, su mirada se mantuvo como presa de un encantamiento, y él allí, ajeno a su destino, se aproximó a ella envuelto en su capa negra.

Una enorme y gélida neblina apareció al instante. En ella, apareció Onryō, con el cabello blanco escarchado ondeando por la espalda, sus ojos níveos provocaron un remolino de afiladas estalactitas desde lo alto de su terrorífica figura. Los dos trataron de protegerse, evitando aquellas potentes descargas. Una afilada aguja de cristal alcanzó de súbito el brazo del Príncipe, hendiéndole una fisura; la cúal, enseguida la cauterizó con el poder de la alquimia antigua del ki-dou.

En la huida, Rai Kotaro aterrorizado tropezó. Mako actuó rápido y corrió hacia él para evitar que cayera al vacío. Pero la Onryō fue más ágil, y en un microsegundo, lo agarró, rodeando el contorno de su atrofiado cuerpo, y desapareciendo enseguida en una enorme ola, que se los llevó a las profundidades del Océano Ártico.

Mako invocó esa pequeña llama que siempre ardía en el tercer ojo de su frente y se cargó con la magia de los seis soles celestes. Sus túnicas plateadas ribeteadas con extraños símbolos de oro y plata la convirtieron en una dragona de piel gelatinosa, escamas herméticas y alas que le permitieron lanzarse en picada al inmenso Océano…

- ¡Kiara, disculpa por la tardanza. !No sabes el tráfico que había! - El saludo detuvo el curso de sus pensamientos. 

- !Tranquila! Ya se que la puntualidad no es tu fuerte, hermanita. - 

¡Gracias por leer! ¡Nos vemos en la siguiente entrada!

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