Tintero de oro - ¿Viva o muerta?

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Me desperté de golpe, inmersa en medio de líneas transversales, oblicuas, círculos oscuros, y algo confusas, sin saber qué hacer y a dónde ir; comencé a sentir pavor, un miedo que paraliza, procuré que mi respiración fuese pausada, para tranquilizarme, pero todo fue en vano, pues luego comprendí que, lo que acontecía ahí no dependía de mí.

Posteriormente, me vi nadando en una especie de burbuja con fluido semi glutinoso, llena de larvas, gusanos, y hasta parásitos que se querían adherir a mi cuerpo. !No podía respirar! y con supremo esfuerzo logré salir a la superficie. ¡Luego corrí como el viento de las fauces tétricas del Gehena!, sin ir a ningún lado con las piernas deshechas por la carrera.

«¡Oh, dulce Jesús, ayúdame!» mis labios murmuraron. Mi corazón latía desaforadamente; el terror recorría mis venas, en vano intenté dejar escapar mis angustiosos alaridos.

En aquel momento, una figura de lengua viscosa me alcanzó y enrollándose en su pestilencia, retorno mi débil cuerpo mortal al lago de fuego y azufre. Batallé con ferocidad en aquel tóxico y grotesco lugar. Trate de escapar inútilmente, pero las llamas me sujetaron con sus lenguas anaranjadas. Una ráfaga de aire candente comenzó a despellejar mi piel violentamente, mis cabellos ardían y se deshacían.

Ellos, los espectros de ojos rojos redujeron mi cuerpo a cenizas y después se marcharon; dejando bajo los fragmentos, mi corazón aún palpitante. De presto, vi mi ánima que se alzó bruscamente, lanzando un grito demente y desapareció en el acto.

Los siguientes momentos fueron de terror extremo.

Me desconcertó al escuchar una risa burlona, sarcástica y despectiva que venía hacia mí, tenía la impresión de que sería algo abominable. Un mínimo haz de resplandor me permitió ver a un enorme y grotesco parásito, tenía un óvalo con forma de cabeza de gran tamaño, un inmenso globo ocular sobresalía del tejido verduzco, lleno de tentáculos largos y finos. Vi su pupila cobrar vida y me eché hacia atrás aterrorizada.

Una luz, clara, como si fuera fluorescente, me permitió ver una docena de réplicas exactas de mí misma, reflejadas en las paredes de la caverna, rodeadas de grotescos y afilados dientes de piedra. Todas estaban en línea frente a mí, con un corazón carbón incrustado en sus pechos, y sentí clavar sus miradas gélidas en mi rostro.

Fue entonces que, miles de sentimientos, recuerdos, y memorias adquiridas durante los últimos años volvieron a mi como un torrente. No tardé en darme cuenta de que estaba en el mundo astral de los nefilim; los ladrones de sueños, los magos de las palabras falsas y sentimientos hipócritas, los asesinos de ilusiones. Todos estaban allí conmigo, a mi lado, para festejar mi agonía.

Y así, en mitad de mi delirio, vi una enorme sanguijuela acercarse, de su extraño agujero emergió un tentáculo a toda velocidad que atravesó mi estómago; mientras sentía el vertiginoso descenso, una forma blanca surgió y me abrazo con sus alas doradas y luminosas, instintivamente me aferré a su velo protector iridiscente.

Abrí los ojos lentamente, recostada sobre la mesa de mi escritorio en la universidad, gritando, temblando del frío, un hilo de sangre corría por mi mejilla, estaba sangrando por la nariz. Al estar lúcida pude observar que el libro que leía - El infierno según Dante - estaba en el piso, seguramente cayó de mis manos al quedarme dormida.

¡Gracias por leer! ¡Nos vemos en la siguiente entrada! 

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