Silencio - ƇιƇαтяιƇєѕ

Este Jueves: hacer un recorrido por las fibras más íntimas de las raíces del silencio. Esa ausencia de sonido o ruido, que puede ser durante un lapso pequeño o pausa, o durante un tiempo prolongado. 

Taylor vive una existencia aislada y en profundo silencio, por temor a una amenaza que lo persigue y ataca, cuando hay cualquier ruido. Está acostumbrado al silencio y la soledad. De niño, tenía prohibido emitir cualquier tipo de sonido, como sorber la sopa, reírse, dialogar con la hermana. Si lo hacía, sería golpeado brutalmente como castigo. Su madre y su hermana también tenían prohibido hablar y salir de la casa, estaban igualmente aterrados por aquella bestia humana que se paseaba por la estancia en la más absoluta ausencia de sonido.

Veinte años ya sin escuchar sus gritos y recibir sus golpes.

Hoy, es agresivo, odia los ruidos, a los niños y las mascotas. A veces sus sentimientos despiertan de una manera brutal, se hunde en una maraña de pensamientos oscuros y agobiantes. Se desquita. Succiona la sopa crujiendo en la boca, ríe a carcajadas, llora, grita, maldice. Nadie se lo puede reprochar. Tan solo el silencio.

Va a la cocina, saca del refrigerador una docena de cervezas: se sienta allí mismo, con las piernas en posición de yoga, y devora el paquete de Heineken hasta altas horas de la madrugada. Lo único que ha mejorado en su patética vida es la relación con el silencio. Ha aprendido a convivir con él. A retarlo entre el caos de su propia existencia.

Se mete en el baño. En el espejo hay un tipo al que apenas reconoce. Se golpea contra él una, dos veces. A la tercera, tras un estrepitoso golpe, cae inconsciente sobre el piso de mármol.

Silencio, un ángel duerme... sin una caricia.

¡Gracias por leer! ¡Nos vemos en la siguiente entrada!

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