Gym - ¿Será el fin?

| Palabras sueltas | Semana 5 | Soñando uno de tus sueños | Relato |

El ejercicio de hoy consiste en usar estas palabras e incluirlas en el relato sin hacerle modificaciones (es decir, si es verbo no se conjuga, si es adjetivo o sustantivo, no se cambia ni el género ni el número.

Noche - Pincel - Chirrido - Amarillo - Planta.

La noche tenía algo de onírica, y las estrellas centelleaban en el firmamento como magníficos brillantes. Una sonrisa se dibujó en los labios de Kaoru, y se dirigió a las grandes puertas del dojo Kamiya. Se aproximó a la acuarela apoyada sobre un caballete, para luego continuar pintando con toques ligeros, la cicatriz en forma de “X” sobre el rostro de Kenshin. Retrataba cada detalle con delicadeza.

El agudo y entrenado oído de Kaoru, percibió un chirrido en el interior de la casa. «Alguien ha entrado». pensó. «Debe ser Kenshin.»

En seguida, dejó caer el pincel en un bidón de disolvente para ir a su encuentro, con una expresión de absoluta alegría.

-!Kamiya Kaoru​! - exclamó Yûki Aragamis, yendo hacia ella. 

- ¿Qué haces aquí? - cuestionó, y de un movimiento rápido sacó la katana de su vaina.

Yûki sonrió maleficamente, creando una mueca de apariencia realmente perturbadora.

- ¿Cómo te atreves a acusar a mi padre de ser un yakuza? !Pagarás por eso, te mataré!  gritó. - Sus ojos estaban llenos de ira y sed de venganza.

- ¿Si? dirás que lo intentaras. - espetó. Kaoru​ caminó hacia ella con pasos lánguidos como los de una gata; al ataque, el estruendo de los metales centellearon. Un destello de luz azul la dejo en la oscuridad. Yûki, se abalanzó, y, aunque ésta, se movió con agilidad, no pudo evitar que el filo de la espada le hiciera una herida considerable en el torso.

Kaoru cayó de rodillas. El kimono de flores amarillo terciopelo se tiñó de sangre.

La aparición súbita de Kenshin fue oportuna, lanzando un sablazo horizontal, Yûki retrocedió impactada, y cayó sobre la puerta que se partió en añicos.

-!Te mataré, Kenshin Himura! No sabes cómo te odio. - rugió. Se puso de pie de un salto, y se lanzó contra él.

El samurai tenía los ojos plateados llenos de furia, y se acercó a ella dispuesto a exterminar. Veloz, se impulsó hacia arriba y gritó: - ¡Estilo Hiten Mitsurugi, Ryu Kan Sen! -  Su espada de filo invertido le propinó un certero golpe en la cabeza. Yûki Aragamis se abrió a la mitad, pero alcanzó a murmurar:

- El veneno de mi espada es tan mortal como un cuchillo... solo bastó un corte, para que se riegue por todo el cuerpo de tu amada. -

Frenético y desesperado, puso de nuevo la espada en su cinto, se agachó, sacó la astilla que se había clavado en la planta del pie derecho; y caminó cojeando. La ayudó a ponerse de pie, ella apretó los labios, tratando de reprimir el dolor. 

¡Gracias por leer! ¡Nos vemos en la siguiente entrada!

 ♥♥♥