Gym - Soberbia



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Paisajes

Debemos inspirarnos en la imagen del reto. 


Lady Charlotte salió huyendo a media noche del palacio de Westminster. Había cabalgado desde niña, pero nunca en una jornada tan larga. Al atardecer, su cabello ondulado volaba al viento, teñidos de anaranjado bajo la fuerte luz del sol. El pie derecho ya no podía apoyarlo en el estribo, llevaba varias horas cabalgando.


Su tío la obligó a contraer matrimonio con el Vizconde de Abercorn, desprovisto de todo encanto por la pérfida naturaleza. En sus encuentros maritales, ella se aburría como una ostra, mientras él, hacía cálculos obscenos para poseer a la jugosa y hermosa Charlotte.


«Debes huir..., huye del pecado!» recordó. Las palabras del arzobispo parecían haber alborotado sus más recónditas memorias. Sin embargo, lo único que le importaba era huir, a un lugar muy distante para nunca más volver.


Al final ella detuvo su caballo. El corcel relinchó, y notó que temblaba nervioso. Le acarició el cuello. Luego, caminó con lentitud a lo largo del río que serpenteaba por el bosque frondoso; sus aguas reflejaban las cumbres de una lejana cordillera. Abrió sus brazos dejándose acariciar por la tibieza del astro, y respiró aliviada al verse lejos del poder y las intrigas de su amargado esposo.


De pronto, un grito resonó a sus espaldas, y al girar, vio a alguien volar por los aires y caer entre los arbustos. El grito del corsario se fue apagando hasta quedar en gemido. El Vizconde dio una zancada desde donde estaba. La miró con un brillo implacable en los ojos.


- No vas a ninguna parte. - Le ordenó con impaciencia.


Ella sintió pavor, pero se armó de valor en la misma fracción de segundo y subió al caballo, lo taloneo y este salió disparado en un trote. Enseguida, se escuchó un silbido, y el corcel se detuvo de inmediato. Ella volvió a talonear pero fue un intento inútil. Otro silbido y el animal volvió hacia el Vizconde.


Él se rió y escupió al suelo.


- Debiste haber elegido otro caballo. Los potros azabaches los he entrenado yo mismo. -  dijo, con sarcasmo. Una escandalosa carcajada llenó el aire.


Ella lo miró con los ojos blancos por la rabia y las manos le temblaban. ¿Cómo podía ser posible eso?, a menos que... ¡No!, se negaba a creer que aquel hombre desalmado y atrofiado podría ser su verdadero hermano.

Él, recogió las riendas y montó a su caballo, e hizo que el corcel comenzará a trotar. Ella lo siguió, dejando atrás un murmullo de preguntas en el aire. Pero seguía preguntándose, si no habría sido mil veces mejor, morir junto a su familia en el bosque de los Halcones Capetos.




¡Gracias por leer! ¡Nos vemos en la siguiente entrada!

 ♥♥♥


Comments

  1. Una valiente mujer, a pesar de que no logró escapar.
    Creo que da para una continuación, en que ella logre liberarse.
    Bien contado.
    Besos.

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  2. Pobrecita no logro escapar. Ojala lo logre al final me he quedado con ganas de saber más de su historia.

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  3. Un interesante relato contado con gran don.
    Saludos.

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  4. ¡Hola, Yessy!
    Nadie debería ser obligado a contraer matrimonio... Charlotte fue obligada, y es injusto
    Tampoco entiendo qué tipo de satisfacción puede sentir alguien de estar casado a sabiendas de que no eres amado, como el caso del vizconde
    Bueno, es lógico que el caballo haya hecho caso a quien lo entrenó... lo siento por Charlotte
    Y bueno, me parece ya una auténtica aberración que ese vizconde pudiera ser su hermano... entiendo que Charlotte no quiera creerlo
    Muy bien narrado, muy bien descrito
    Besos

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  5. Estos lugares así son laberintos que te mantienen encerrada de por vida, hermoso relato mi estimada Yessy, tengo un poema por publicar que habla sobre la Soberbia, ya veré si lo publico. Besos mi preciosa amiga, un gusto siempre pasear por tu espacio.

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  6. Oh, vaya reflexión final... yo tampoco sé si hubiera sido mejor que muriera ahí o donde está ahora la pobre.
    Un besito guapa

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  7. !Saludos y gracias por comentar!

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  8. Estos relatos tan bien escritos y tan creíbles me hacen entrar en ellos y tomar partido por alguno de los personajes. Abrazucos

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  9. ¡Uff! semejante final y con las últimas líneas, casi una muerte física como la vida que le espera, son lo mismo.
    ¡Un abrazo! y gracias por sumarte.

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  10. Muchas veces no es necesario morir físicamente, ya se está muerta en vida sin felicidad.
    Saludos.

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