ʀɛȶօ ʟɨȶɛʀʊք

Cuando despertó de golpe, el calor agobiante la había hecho sudar, la sábana parecía una toalla de baño empapada en torno a su cuerpo. 

Algo no estaba bien.

De momento, tuvo una paralización interna, algo le pasó, sus piernas no respondian. Peor aún, no las sentía. ¿Estaría soñando? Tenía que estar soñando.

Se quitó la sábana de encima de un tirón. 

«¿Qué rayos había sucedido con su cuerpo?», pensó frotándose los ojos para librarse de la ensoñación. 


De su torso salía una larga cola de serpiente, con manchas y bandas color marrón.


«¡Espíritizs infernalis!» exclamó con espanto, entrecerrando los ojos para concentrarse mejor. De pronto, oyó que alguien pronunciaba su nombre, susurrándo al oído.


«Helen», aquella voz la engullía. «Helen, Helen». Entonces se dio cuenta de que no procedía de los alrededores sino del interior de su mente, con un tono insistente y constante.


«¿Realmente creíste que podrías escapar de mí muy fácil no?»


Ella quiso levantarse de la cama, pero solamente logró arrastrarse con los movimientos vertiginosos de su larga cola. Se vio en un trance muy aterrador. Dio gritos y avanzando como una onda, mediante movimientos sinusoidales, como un acordeón, se desplazaba aterrorizada de un sitio a otro, tratando de figurar qué demonios le estaría pasando. Ligeramente por su mente, surcaron vívidas estampas de su niñes. Se estremeció al recordar la espectral máscara de madera de la hechicera Lisbeth.


«¿Qué tal te encuentras, Helen?»

—Me duele el cuerpo — murmuró, con un hilo de voz. 

«Lo sé, cariño. Pronto te encontrarás mejor.»


Se esforzó por recordar dónde había escuchado esa voz que le evocaba recuerdos. ¿Qué estaba ocurriendo? Se sintió muy cansada y confundida. Su cerebro, débil y oscuro al principio, le negaba las respuestas. Y cuando lo recordó todo, un espasmo de pánico, algo que le pareció haber sentido en algún momento de su infancia, volvió a golpearle fuertemente, dejándole sin aliento.


«Tengo que salir de aquí » se dijo mientras golpeaba a latigazos el armario, el mobiliario todo de la habitación pareció dar vueltas a su alrededor y caerle luego encima. Perdió el conocimiento.


—¡Helen, despierta! ¡Tienes una pesadilla!


Lo siguiente que supo fue que alguien le ponía sales aromáticas en la nariz. Abrió entonces los ojos y vio ante sí a su madre, que parecía preocuparse por ella. A su lado estaba su hermana, con los ojos abiertos como platos.

 


¿Continuará? 



| Helena | #52retosliterup | Relato |

47 - Tu protagonista despierta y de pronto es un animal (al más puro estilo Kafka, pero, si puede ser, que no sea una cucaracha). Narra las dificultades que tiene para continuar con su vida.



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