Crónicas de Serendipity


Por un instante se quedó pensativo. Se apartó aquellos recuerdos amargos de la mente. No podía sentir pesar toda su vida. Aquello no serviría para cambiar las cosas. ¿Cómo no pudo alertarse de sus verdaderas intenciones?


De pronto, Yvonnè preguntó:

—¿Quieres contarme la historia de esa mujer?

—Creía haberlo hecho ya.

—Tocamos un poco de todo, nada explicito. 

—Yvonnè, por favor… —dijo él fríamente —. Ahora hablemos sobre la dirección que tomaremos. 

«Es extraño», pensó ella, «¿Por qué el encuentro lo puso nervioso?» 


Estaba irritada, con una mezcla de curiosidad, celos y preocupación. Velhagen volvió a sentir la tensión que solía surgir entre ellos cuando a ella le daba por ser fastidiosa. —¿Se puede saber que camino tomaremos? —le preguntó, molesta. —Usa la intuicion —. El forzó una despreocupada risa e hizo un gesto con la cabeza a modo de negación. —¡Caramba! —exclamó ella con el ceño fruncido—. ¿Tan pronto te cansastes de mí? Él dejó caer los hombros y lanzó un bufido.

La tomó por el hombro, la detuvo de un tirón y le dijo:

—¿Quieres parar un momento? —Luego le dio la vuelta para ponerla de cara a él. Ella alzó la vista. Por lo general, el guerrero tenía un rostro amable, pero en aquel momento su aspecto no era tan simpático. Estaba enfadado de verdad. 

—¿Por qué razón un hombre como él, que, sin duda, podía conseguir a quien quisiera, podría estar aguantando tus emociones explosivas ? —gruñó el enano muy molesto. 

—¡Cállate, cállate la boca! ¡Cómo te atreves! —La princesa dejó escapar un grito e intentó precipitarse hacia él con su espada, pero el fuerte brazo de Velhagen le hizo retroceder. 

—No seas boba —dijo, enarcando una ceja —, lo único que trato de decirte es que esto comienza a ponerse peligroso. Si llegara a sucederte algo malo, nunca podría perdonármelo.

—Ven. La aventura nos llama; tenemos una misión: encontrar las Rosas de Halfeti que llevan de aquí a la guarida de las brujas.

—No te metas conmigo! —le advirtió la princesa severamente, fulminándolo con la mirada.

A veces Velhagen deseaba que la princesa fuera un poco menos quejumbrosa. A diferencia de él, desconfiaba de todo. No obstante, el reconocía que era una gran guerrera y una princesa perspicaz. Siempre estaba allí cuando la necesitaba y era el complemento perfecto a su carácter positivo. Siempre había algo peligroso y salvaje cuando la miraba. Había sido tan distinta de las mujeres que conocía, tan seria y centrada, con una pasión contenida.

Si pudiera olvidar su turbulento pasado y abrazar un futuro lleno de pasión junto a ella, pero ya lo tenia descartado, debido a su compromiso con el príncipe Nólakwen. Yvonnè fue elegida por la princesa elfa Alassë para concretar una alianza entre los Serendipitianos y Zíðrens.


La princesa Yvonnè no hacía más que mirar a su alrededor nerviosa, la aparición de Luciferina parecía una horrible pesadilla. No podía olvidar esos ojos color avellana y malignos mirándola con rabia y algo más que ella no podía siquiera adivinar. 


—Debemos tener cuidado, elegir muy bien el camino, tengo un mal presentimiento —dijo For´núfar, y su voz interrumpió los pensamientos del guerrero. 

—No será fácil —observó ella. —señalando hacia un rebaño de extrañas bestias azules. 

—Y mira ahí por los abetos, —dijo Velhagen  —. Es nuestra única oportunidad.

—¡No!— negó con la cabeza el enano—. Nuestra impureza puede profanar los Árboles Sagrados de Azohr. Ni siquiera las brujas se aventuran allí. Terribles peligros aguardan al que ose acercarse.


Velhagen resopló.


Siguieron caminando mientras conversaban y se adentraban en una profunda floresta, no muy lejos del círculo de los abetos, rodeado por la hierba, helechos y palmeras; allí se alzaba un enorme y antiguo fresno, llamado «Yggdrasil»  que simboliza el conocimiento. 

For´núfar levantó una mano, moviendo uno de sus dedos, tan delgado como un cerillo y dijo:

—Deben saber que a partir de este instante estarán sometidos a mis órdenes. Yo les enseñaré el camino y a descifrar todo lo que encontremos —. Su voz era áspera y malhumorada.


—¡No!, te equivocas —respondió la princesa tras permanecer un momento en silencio —. 


Velhagen intentó responder con agresividad, pero no fue capaz de encontrar las palabras adecuadas. Necesitaba la colaboración del enano. 

—¿Estás seguro de lo que dices? —gruñó Yvonnè con un ademán despectivo.

—¡Sí! ¡Mil veces sí! —exclamó For´núfar  con tono hosco, y dispuesto ya a marcharse—. ¡Confía en mí! Mi sentido elemental nos permitirá llegar y regresar a salvo —. La princesa acabó por temer y odiar a aquel menudo, huesudo y de voz llorosa, casi tanto como a Luciferina, ruda y cruel.


—¡Esto tenía que ocurrirme a mí! —gimió el guerrero, indignado. 


—Además, en cualquier momento nos encontraremos con las brujas, ya sean las de Lancashire o las Mambas, ¿y qué ocurrirá? Que será, sin duda, el final de nuestras vidas — añadió For´núfar.


Velhagen suspiró hondo, mirándola fijamente y dijo:

—Dejá que nos guíe, ¿crees que podrías hacerme este favor? Ella se detuvo, sopesó la idea un segundo y luego asintió de mala gana.


Por aquel entonces, las Mambas  Sambas eran reconocidas en el territorio como las brujas de Negadones, por ser muy agresivas y por sus peculiares hechizos; imprimían estelas de fuego flotando tras de sí para carbonizar a sus enemigos.


Aquella hostilidad con las Mambas Sambas, por supuesto, tenía su explicación, y es que, los padres de Luceferina habían traicionado el pacto con Södelum, la líder hostil y peligrosa de esta abominable estirpe. Todo empezó cuando el Imperio de Zegralt, fue destruido por engendros necrófagos que los obligó a huir a las montañas. Fue allí, en el valle Raskaunor donde conoció a Södelum, líder de las brujas Mambas a la cual le pidió ayuda para que realizara magia negra, contra las hordas que se habían apoderado de sus tierras. Sin embargo, al aceptar el Medallón del Pacto, Zegralt pagó un caro precio por recuperar su reino. 


Un día fue convocado para unirse a los caballeros Ślężaneses que iba a celebrarse en la capital; sin embargo, antes de alcanzar su destino, se encontraron con una turba de brujas Mambas. Era justamente cuando su mujer dio a luz a su primogénito; el cual había sido prometido como ofrenda a sus dioses. Pero en vista de que fue una hembra, tenia que entregarla a Negadón el Mago Negro, padre de la Mamba Samba. Cuándo llegó a oídos de la mujer, esta huye con la recién nacida y se interna en un frondoso bosque. 






¡Gracias por leer! ¡Hasta la próxima entrada!
♥♥♥







Comments

  1. Gracias por escribir, seguiremos leyendo con placer. Un abrazo

    ReplyDelete
  2. Me preguntó que tan poderosas serán las Mambas.
    Interesante , gracias por compartir Yessy, deseo te encuentres bien

    ReplyDelete
  3. Hace mucho tiempo que no vengo, pero he de agradecerte que sigas escribiendo e introduciéndonos en tus mundos.
    Un beso enorme y espero, como Jorge, que estés bien.

    ReplyDelete
  4. Muy interesante historias, con conflictos épicos y brujas que no conviene desafiar.
    Un abrazo.

    ReplyDelete

Post a Comment