Crónicas de Serendipity


Björn se despertó muy alterado y asustado, a punto de lanzar un estridente grito; había tenido una de las peores pesadillas de su vida. En ella, vio a la Muerte, le hacía con sus manos señal de que se acercara a ella, y se echaba a reír. El continuo relinchar de los caballos le recordó dónde estaba. La madrugada era fría, y la nieve seguía cayendo de manera copiosa.


Los caballeros del Azar subieron sobre sus caballos, y se alejaron con sus soldados en dirección a Göta Väner. 


Tenaces e incansables, cabalgaron sin parar, sin que en su rostro aparecieran - a excepción de Björn - las menores señales de fatiga. Ya estaba cayendo el atardecer cuando finalmente llegaron a su destino: Las montañas Göta Väner. De inmediato ascendieron por la ladera empinada y rocosa de gran tamaño. Las rocas comenzaron a hacerse más y más grandes hasta que se convirtió en una sucesión de sólidos peñascos. Luego el camino de piedrecillas desprendidas de las rocas los llevó a la garganta de una caverna. Allí, a unos veinte pasos de distancia se encontraron con un extraño círculo de piedras calizas.


—No me gusta este sitio —dijo uno de los guerreros.

—Nunca habría pensado que lo notaras —susurro un sarcástico Verlic.

Es el único atajo disponible. Espero llegar más pronto de lo previsto añadió Björn.


Despacio se fueron acercando hasta llegar a la orilla del círculo y, cuando prácticamente estaban por saltar, una docena de elfos Rojos del clan Göta Väner les cerraron el paso. Björn observó que las rocas se iluminaron. Todos aquellos guerreros Rojos, lentamente se habían congregado en torno a los caballeros y sus soldados; susurrándose en una lengua no tan conocida por los Serendipitianos.


—¿Quiénes son? —preguntó Vitserk, el lider del clan. 

—Somos los Caballeros del Azar. —contestó con voz firme —. 

—¿Cómo osan perturbar nuestro ritual?

Björn no podía verle el rostro con claridad. La mayor parte de sus rasgos quedaban ocultos por los cabellos enmarañados por encima de las cejas, que creaban un rostro cuyo objetivo era aterrorizar.


—No fue nuestra intención —.

El Rojo escupió y dio unos pasos hacia delante, acercándose así a Björn y dijo:

—No es normal que humanos corrientes vengan a las montañas de los Väner

—Realmente necesitamos pasar al otro lado, a través de la cascada de hielo. Nuestra misión es derrotar a Antártika. ¿Has oído hablar de ella? es una hechicera temida y peligrosa, está bajo la protección de Bocuk la bruja de invierno —.

—Quizá deberías temerme a mí —sugirió Vitserk frunciendo el entrecejo—. No tengo ningún demonio que me proteja, ¡ni nunca lo he necesitado! —

—Propongo que luchemos juntos —dijo Björn mostrando seguridad y confianza.

—No necesitamos ayuda. Los ancianos de la tribu están por realizar una ofrenda a nuestros espíritus protectores —respondió cautelosamente. Luego se dirigió hacia la entrada de la caverna.


Björn parado a menos de quince pasos, miraba en dirección de un grupo de ancianos, cuando una solitaria figura lo inquietó, era una pequeña elfa acurrucada y asustada a los pies de la estatua que no tenía ojos. La indefensa elfa se abrazaba las rodillas con sus delgados brazos y tenía la mirada llorosa en la enorme roca, donde sería sacrificada para la Dragona Frëayū.


—¿Qué haremos? —susurró Bataïr a medida que una sensación de pánico se apoderaba de él.

—No tengo ni idea —confesó Björn con voz severa mientras seguía clavado con la mirada en el grupo de la caverna—. Pero si nos entrometemos, estaremos en serios líos. 

—¿Una sugerencia? —inquirió Marlow mientras se giraba para mirar a Björn. 

—Yo me seguiré ocupando de esto. Lo primordial es llegar hasta el otro lado —replicó.


De la nada, los caballos comenzaron a relinchar, seguido de un crujir de huesos y gritos. Unos fantasmagóricos Lagartos Humanos, salieron de los peñascos y se abalanzaron sobre ellos. Los Väner se desplegaron y cada uno de ellos tomó una posición estratégica ante las criaturas encorvadas. Entre las sombras de sus capuchas, unos ojos de color bermellón brillaban sobre unos poderosos y afilados colmillos.


«Excelente», aplaudió Björn en silencio.

—¿Lagartos? —preguntó Bataïr con tono tembloroso.

—Son familia de los Geckos —respondió Marlow en voz baja mientras sujetaba fuertemente las riendas de su caballo, empuñando su espada .

—Y son más glotones —añadió Verlic, al instante en que el ambiente se tornaba en una masacre.


Björn se enfureció y desenfundó la espada con la idea de despellejar los engendros a tajo limpio. Eran bestias con cabezas humanas cuyos ojos giraban, mirando en todas direcciones y, de colmillos afilados proyectándose de las rojas fauces. Los Väner acometieron ferozmente, lanzando salvajes golpes con espadas, lanzas y dagas. Vitserk, el líder del clan y sus guerreros los encerraron haciendo un círculo de luces arcanas por la derecha, mientras que el consejero y el otro grupo se desplazaban hacia la izquierda.


Los Lagartos Humanos se dieron cuenta de que los Rojos estaban calibrando sus ataques, y estos adquirían un ritmo mortífero. El estruendo rugiente era interminable, y el olor de la muerte se esparcía en el blancor almidonado de la tierra. Trozos de cuerpos fueron quedando regados y, algunos cayeron entre columnas de flechas explosivas.


Casi inmediatamente, Björn escuchó una voz maldiciendo y sintió su presencia. Se percató del peligro casi demasiado tarde. Un golpe pasó por su rostro, el que ágilmente y justo a tiempo pudo evadir. Era Agnator, cubierto con capa oscura, ondeaba una espada negra con un extraño resplandor. Al pasar por su lado, solamente vio el destello frenético y asesino de los ojos.


Björn intrigado por los vertiginosos movimientos del engendro no se dejó distraer, y su flamante hoja avanzó rápida como el rayo para bloquear el golpe.


—Tienes buenos reflejos —comentó Agnator con voz tranquila.


El Movichin mantuvo una posición defensiva, con los ojos alerta y ambas manos aferrando la antigua espada de su padre. El ataque fue fallido porque el ogroide había avanzado demasiado, y la hoja penetró sólo unos cuantos centímetros del brazo de Björn. Agnator levantó de nuevo la hoja manchada de sangre, y soltó un gruñido que dejó a la vista los punzantes y amarillos colmillos. Björn se lanzó a la ofensiva y descargó una lluvia de golpes sobre el grotesco cuerpo del enemigo. Ambos paraban, esquivaban y lanzaban estocadas.


Verlic se agachó al ver venir a uno y atizó un tajo bajo el brazo para que este cayera cercenado. Sintió la tibieza de la sangre bañar su cuerpo; aquello pareció inyectarle de más vigor y consiguió deshacerse de otro con un rápido sablazo. Luego se giró y vio con satisfacción cómo sus soldados y compañeros derribaban a cuanto se les atravesara. Los que caían eran rápidamente rematados por los Rojos para que no volvieran a levantarse.


Marlow se abrió paso hasta llegar junto a Björn y notó con espanto cómo la armadura de este estaba rajada. Sin pensar dos veces, se arrojó hacia Agnator al tiempo que le lanzaba una estocada al pecho. Ambos erraron el golpe, pero pasó lo bastante cerca para que Agnator sintiera el filo de la hoja en su brazo izquierdo. La extremidad le quedó colgando por un tendón y un nervio. La bestia aulló y su cuerpo entero se retorció. El ogroide lo miró gruñendo, con el hocico cubierto de sangre caliente de la que se desprendía vapor.

—¡Ésta me la pagarás, maldito humano! —rugió —. Chasqueó los dientes, y luego saltó las bardas de los círculos arcanos y desapareció entre la espesura de la niebla.


Björn meneó la cabeza y soltó una risotada ante la huida de Agnator. Marlow lo miró disfrazando su preocupación con otra sonrisa, pues entendía a la perfección las dimensiones del peligro que se cernía sobre su amigo. Por un instante, se alegró de no estar en la piel del Movichin. Los Väner acabaron con los abominables engendros. La disciplina de los Rojos demostró ser superior. Sin ninguna vía de escape y los enemigos, fueron ejecutados de forma drástica. Un puñado de Rojos y soldados de los Azares habían sufrido muchas bajas.


¡Gracias por leer! ¡Hasta la próxima entrada!
♥♥♥

Comments

  1. Buenos días, no se si ya he leído esta entrada, pero no importa es una buena lectura, te dejo mi abrazo

    ReplyDelete

Post a Comment