Rɛȶօ ʟɨȶɛʀʊք

Alkai Seltzer desbloquea una de las puertas Interdimensionales. El sutil zumbido de la abertura resuena mientras sale por la plataforma. El puente la impulsa hacia otra dimensión. Con un suave swamp, pasa a la ciudad de Marmapolis en busca del museo Ozroit. 

Horas más tarde...

Acompañada de una pistola rosada neutralizadora y con el rostro convenientemente cubierto por unas gafas negras, Alkai salía a plena luz del día con un maletín repleto de diamantes Flawless y cuyo monto ascendía a los cien millones. Abajo el oficial Vick Vaporub, reservadamente estaba esperando por ella. 

Los labios de Vick apenas se separaron unos milímetros para poder hablar; se sentía demasiado furioso como para no notarse tenso. Los tacones de la mujer resonaron por todo el piso.

—Detente ahora mismo, si no quieres que lo haga yo por ti.

Una sonrisa desdeñosa se dibujó en aquella hermosa faz. Ella también estaba preparada para el combate; a través del ceñido traje de cuero de charol, las sensuales formas de Alkai Seltzer hablaron por sí solas. Las mismas curvas que el propio Vick había acariciado una vez, años atrás.

—Ha pasado mucho tiempo  —dijo finalmente ella —. Sigues igual de atractivo —añadio. Se acercó despacio.

Cooper K9 que estaba sentado a su lado derecho, le gruñó mostrando los dientes.  

—Silencio —le ordenó el oficial al canino. 

La mano de la hermosa mujer bajó hasta el cinturón táctico del sargento de policía. 

—No me toques, Alkai. No quiero verme obligado a actuar.

—Tranquilo. ¿No tendrás miedo, verdad? — preguntó—. Miró a Vick y sonrió mientras ponía el maletín rosado en el piso.

A Alkai le encantaba el aroma que emanaba del cuerpo de Vick, la cálida fuerza que sentía a su lado. De hecho, aún le interesaba. Ella se acercó a él para seducirlo, pero la reacción que tuvo fue inesperada.

—¡No te atrevas! — espetó incómodo, y aclaró la garganta dando un paso hacia atrás.

—De acuerdo, como tú digas. Ahora déjame pasar, cariño. 

—¡Detente, mujer! No tienes escapatoria —grito tajante —. 

—No me voy a rendir tan fácil, vida. Aún no has visto lo mejor de mí.

Las puertas del elevador se abrieron, media docena de Robots Asesinos de estructuras metálicas, con cabezas y ojos esféricos que emitían una luz azul, salieron. 

—¡A por ellos! —grito Alkai.

Los Robots Asesinos eran rápidos, se movían como arañas por las paredes y pasillos, ahora el oficial y su K9 de la unidad robótica estaban rodeados por estos seres.

Enseguida Vick Vaporub fue golpeado en el pecho con varios proyectiles perforantes, tan poderosos que lo echaron brutalmente para atrás, pero su escudo telequinético amortiguó el impacto y no recibió golpes. El oficial disparo su láser neutralizador, el cual destrozo partes de los Robots. Un estallido metálico resonó en el aire, y estos cayeron al suelo. Luego Cooper K9 saltó sobre ellos con sus patas traseras, de sus ojos aguamarina salieron rayos ígneos para rematarlos. Poco a poco los cuerpos metálicos se fueron derritiendo lentamente. 

De pronto se sobresaltó cuando escuchó una voz detrás de él. —Siempre fuistes obstinado.

Él giró bruscamente, apuntando su arma para disparar, pero Alkai fue más astuta y lanzó una poderosa descarga de ondas electromagnéticas para neutralizar su escudo, provocando que fuera noqueado al instante. Al ver a su amo en estado inactivo, Cooper activó su disco de cristal brillante azul que emitió destellos al transformarse en un latigo giratorio, que destruía todo Robot Asesino que se cruzaba en su camino. Los pedazos de hierro, cables y tornillos, se fueron esparciendo por los pasillos. Alkai Seltzer al verse desprotegida agarró el maletín y saltó al vacío por el ventanal del museo, cayendo de pies como una pantera con total facilidad.

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