Crónicas de Serendipity

Mientras avanzaban por el oscuro subterráneo tuvieron que sortear obstáculos peligrosos como telarañas colgantes infestadas de tarántulas y pozos llenos de hormigas venenosas. Pero nada detuvo la determinación por salvar el reino de Serendipity.  


—Nos esparciremos por los pasillos, para avanzar más, pero permaneceremos a la vista —, dijo Usküdar. 

Todos hicieron un gesto de acuerdo. El elfo se acercó a Aïgana a su lado. 

—Necesito tus ojos vivarachos muy abiertos —, dijo. —En la remota posibilidad que el soberano de los muertos intente engañarnos.

—Por supuesto.


Los seis componentes del grupo comenzaron a recorrer el pasadizo subterráneo.


—¿Dónde está Tityus? — preguntó Aïgana —, su voz retumbó gravemente por las paredes de piedra.

—¡Miralo ahi! — grito Zarth. 

Tityus sacudio sus alas de color azul brillante y abrio las antenas como un abanico. Esa era la señal de que Frëayū no estaba lejos. El pequeño escarabajo encontró un óculo en la pared que daba a un gran salón con bóveda interior. 

—¿Qué hacemos, entramos? —preguntó Aïgana —.

—Espera! Coloca el pie en esta piedra y álzate. Mira por encima del hueco —, dijo Usküdar —. 

—¡Este es el lugar! Puedo ver los adoquines en el suelo, en forma de diamante. 


Los gemelos comenzaron a golpear, a diestro y siniestro, con piedras a la vieja cavidad, resquebrajando para hacerlo más grande. Enseguida el coleóptero salió zumbando a toda velocidad,introduciéndose por el enorme boquete.

 —¡Vamos! ¡No lo pierdan de vista!

—¡Por todos los espíritus, qué escurridizo es! —grito Björn. 

—Yo iré primero —dijo el elfo, y acto seguido dió un salto.  

Una llama se sacudió suavemente y luego se desvaneció. 

—Björn.

—Si? — respondió en el mismo tono, alerta. 

—Nos están siguiendo —, le dijo sin mirarlo directamente. 

Hizo un leve gesto con la cabeza hacia un lado —. Está allí detrás oculto en la esquina noreste.

—Sea lo que sea, no es humano — respondió el gemelo —. Y no creo que tenga buenas intenciones. 

—Vigílalo —respondió.

Gareth asintió. 


En aquel momento percibieron un sonido cuya intensidad aumentaba progresivamente. Era un ritmo regular, un pulso acompasado, remotamente similar a la percusión de un tambor, que se reproducía y resonaba por toda la estancia. Usküdar alzó cautamente la cabeza y miro en la dirección de la que llegaba el sonido. 

—¡Estén alerta! ¡Esto podría ser una distracción! —gritó el elfo. 

Seguido atravesaron el camino con mucha precaución, pues la estructura estaba rodeada de flechas serpentinas, a lo lejos se veían unos pocos bloques macizos de mármol. Había algo tan extraño y fuera de lo usual en todo aquello que le hizo sentir un mal augurio. 

—Esperen aquí —. Les advirtió. 

Björn asintió con la cabeza.


El elfo miró a su alrededor, aquella estancia se veía amenazante, en especial a cada crujir de la duda acompañando sus pasos. Le hubiera gustado no estar ahí. «No te detengas», pensó. Recordó el poderío de la magia Mandragora que sus padres le habían heredado. Siguió cautelosamente. El suelo se estremeció como si millares de caballos galoparan sobre él. El nombre Frëayū estaba esculpido en la enmohecida puerta de hierro, y al apoyarse contra ella, ésta se movió ligeramente y se abrió un poco hacia adentro. Pero enseguida se detuvo, pues se produjo un repentino cambio de temperatura. Al seguir empujando la puerta, noto un hálito tibio en el aire. Se sentía anonadado, y notó que algo abrasador le calaba hondo hasta parecer tostar el corazón. Estaba a punto de entrar cuando Aïgana surgió de pronto de entre los adoquines de la izquierda. 


—¡Peligro! ¡Advierto peligro! ¡Usküdar, cierra el portón!.

El elfo sorprendido la cerró rápidamente.

En aquel instante, se produjo un estallido de truenos que iluminó toda la extensión del umbral, el cual, lanzó al joven guerrero hacia atrás.  Afortunadamente salió ileso, solo con unas raspaduras.  La expresión aterrorizada en la que se transformó su semblante, fue indicio del peligro que había escapado. El tosío, con lentitud abrió sus ojos. Ella no podía ver el resto de sus rasgos que seguían cubiertos de una tiza pálida. La joven asustada salió corriendo a su encuentro.


—¿Te encuentras bien? — preguntó afligida. 

—¡Maldición! —masculló limpiándose la cara —. ¿Adónde crees que vas, jovencita? — y al decir esto la sujetó por la oreja.

—Vaya forma de darme la bienvenida —bromeó la Druina. Su mano apretaba suave pero con firmeza. Sus ojos no se apartaban de ella y el contacto la hacía estremecer. Ella rezó mentalmente para que no fuera capaz de notar el efecto tan extraño que tenía sobre ella. 

—¡Vete por favor! — dijo preocupadamente. 

—¡No quiero irme, voy a ayudarte! —. Aïgana era terca, y no se alejaría tan fácil. 

Sin decir más, se aproximó a la puerta y abrió, pero él la agarró de la mano y gritó enojado: —¡No! Yo iré primero —. 


Usküdar avanzó rematando tarántulas y algunas hormigas hambrientas. Detrás de él, la joven rezaba cánticos al azar que resonaban entre las paredes de piedra. Una fumarada tibia salió acompañada de un olor a lumbre, a ras de suelo, empezó a arremolinarse y parecía cobrar vida, ascendiendo alrededor de ellos. 

— ¡Mira! ¡Allí! — Ella la señaló —. 

Él levantó la vista. 


La silueta revoloteo ante ellos: vestida de fuego y diabólica cara. El ruido inundaba su caja torácica, iba propagándose lenta y frenéticamente por su endeble figura. Usküdar se ciñó la capa en torno al cuerpo con gesto seguro mientras sus dedos palpaban el medallón de su madre en el pecho, la determinación tomando forma dentro de él, y sus pies inquietos trazando sobre los adoquines antiguos signos de conjuro. Aïgana se quedó plasmada por un momento mirando aquella ...¿Mujer?, esperando una reacción; entonces la piromante se movió, levantó una mano y los dedos desprendieron bolas de fuego rojizo y dorado que se les echó encima como si salieran del mismísimo averno. El espacio que los separaba estalló en llamas, creando un vórtice que los obligó a equilibrarse para no verse arrastrados a él. Usküdar y la drinfa retrocedieron con el impacto y alzaron las espadas mientras la piromante escupía bilis incandescente en el suelo.


El elfo tropezó hacia atrás y se encontró con una pared abrasadora.

— ¡Cuidado, ha quemado tu capa!


Con el brazo izquierdo, se arrancó la capa en llamas de las hombreras y la arrojó al suelo. Tenía que situarse a su espalda. No podía dejar que las llamas los envolvíeran. El elfo intentó conjurar una descarga Cábala con su espada, pero una tarántula corrompida emergió de la penumbra y se lanzó contra el elfo Mandragora, cortando su hechizo y comenzando a envolverlo en el fogonazo. La peluda humanoide, distraída, no se daba cuenta de lo que estaba a su alrededor. Cuando lo hizo, fue demasiado tarde. Un látigo de plata surgió de las sombras y golpeó la clavícula del engendro. 


—¡Mófilominus xilóvoratum! —rugió Zarth en medio del caos. El monstruo se encendió en llamas y prorrumpió en un chillido agudo e inarticulado, con la peluza chamuscada. Usküdar se apartó de un empujón y tuvo el tiempo justo para levantar la espada, y lanzar tajos a ciegas entre la humareda hasta destripar el corazón. Antes de que la piromante pudiera reaccionar, la drinfa ágilmente se acercó por detrás y la agarró del cuello, inmovilizando con su lazo de plata. Su ente se volvio de un amarillo febril. 


Usküdar, adelante —, ¡acabala! —


Enseguida, una bola de llamas cobró vida en su puño derecho, que relumbraba como un trueno, pero colapsó con el azul glacial de las gemas arcanas de su espada. Una fuerte nevisca se arremolino y congeló el fogonazo y a la pirómana. Esta cayó y se partió en mil escarchas, las ascuas restantes cayeron sobre los adoquines en forma de diamante.


—Buen trabajo, Usküdar —le felicitó el gemelo, dándole una palmada en el hombro magullado—. ¿Cuántas veces crees que podrás repetir la jugada? —.


Björn salió de un costado colapsado por el caos que había provocado la pelea. El caballero del Azar pensó que era arriesgado ir a buscar a la dragona Frëayū por la puerta principal, con Usküdar y Aïgana peleando a escasos metros, pero más arriesgado todavía era esperar si los chicos sobrevivirian al ataque, por lo tanto había aprovechado el momento con sus compañeros. 


Enseguida escucharon el grito de Björn.


—¿Qué pasa? — grito el elfo exaltado.

—¡Pudiste localizarla! — grito la Drinfa inquieta.

—¡Sí! —exclamó con toda la fuerza de sus pulmones —. ¡Al fin la encontramos! ¡Vengan acerquence!


En una estancia circular con gruesas columnas y paredes pintadas de negro y purpura, varias repisas se alzaban en el centro, llenos de antiguos manuscritos, rollos polvosos de pergaminos y libros polvorientos.  Un metro por debajo, también en el centro de la estancia, había otro agujero circular perfecto. Para llegar a él había que bajar colgando de una soga.


Hay que bajar —dijo Usküdar, sacando la correa de su cinto. 

—Espera. Si te caes no hay seguridad - le grito con una nota de histeria contenida en la voz.

Tranquila - le dijo - no tengo intencion de caerme - siguio avanzando con una agilidad asombrosa.


Björn le miraba en silencio y asintió levemente, aliviado en parte por su gesto que le eximía en bajar. Usküdar dio un par de tirones de seguridad a la cuerda, una gota de sudor se formó en su frente y descendió, donde se quedó colgando durante lo que pareció una eternidad. Finalmente, tocó fondo. Se quedó atónito. Se encontró con la madriguera de la dragona formada por paredes convexas hechas de cristal centelleantes y azulados. ¡Estaba en una sala llena de espejos! y en el corazón de su Cámara de Ámbar, y era, en todos los sentidos, un auténtico Salón Dracónico. Una luz tenue y majestuosa, emanaba como si fuera un farol. 


¡Gracias por leer! ¡Hasta la próxima entrada!
♥♥♥

Comments

  1. Hola Yessy,

    Me encanta la aventura de los personajes que nos presentas en este relato. La trama se vuelve aún más intrigante al enfrentarse a los numerosos obstáculos que sorprenden al lector. A medida que avanza la historia, el líder del grupo intenta mantener a todos visibles y controlar a la piromante, un enemigo formidable. Durante el enfrentamiento, Usküdar demuestra habilidades mágicas impresionantes.

    La historia culmina con la emocionante revelación de la guarida de la dragona, una Cámara de Ámbar en un Salón Dracónico. La descripción detallada de este lugar añade un toque misterioso y majestuoso a la narrativa.

    Una vez más, has logrado atrapar mi atención como lectora. Te felicito por ello; no es tan fácil cautivar mi interés, y tú lo logras en cada publicación, especialmente como escritora.

    Te mando un cálido abrazo.

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  2. Such wonderful descriptions in the scenario you have created. You have us begging for more! Happy 2024!

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  3. Always a treat to see your writing! Amazing scene! All the best to your creativity!

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