Rɛȶօ ʟɨȶɛʀʊք

                 [La idea es basada en el mundo de los personajes del MaraVerso, propiedad de Dmiurgo]                                   

Anita Zinc, una científica y aprendiz de alquimista descubrió en sus ensayos con rocas magmáticas, los ocho minerales que necesitaba para la fabricación de un vapor arcano, capaz de transportarla ocho años atrás. Ella no se limitaba a experimentar solamente con objetos sólidos, ya que también le gustaba practicar con elementos intangibles como el humo. Esta técnica le llevó mucho tiempo. En sus pequeños hornos y tubos de ensayos; allí morían y resucitaban los minerales hasta lograr extraer los acrisolados fluidos gaseosos.

En su afán por descubrir quiénes fueron los responsables de El Incidente - donde se especulaba que sus padres perdieron la vida - ella decide regresar al barrio donde creció. Así que, a través del uso de una pipa, Anita inhala una cantidad considerable de humo, comienza a desvanecerse y es trasladada a una especie de limbo. Después del salto temporal, Anita se despertó precisamente en la antesala de su casa, que se estaba incendiando. Una voz la sobresaltó. ¿Quién la llamaba? Era un ser acuático transparente, y aunque la voz le resultaba familiar, como si perteneciera a alguien que conocía, no podía reconocer.

De la nada, una especie de ola en espiral translúcida apareció, fluyendo frente a ella. 

—Ven, acércate —. Anita sintió un escalofrío —. La voz la estaba asustando, haciendo gala de tan extraños poderes. Ella no se atrevió a aproximarse mucho, impresionada.

—¿Quién eres? —preguntó sorprendida.

—Cambia tu calzado por esos de color rojo —respondio, — o quedaras atrapada en el fuego eterno. Ellos te guiarán entre las llamas, para evitar que vuelvas a morir.

La voz comenzó a disiparse.

—¡No, espera, por favor! — Exclamó Anita —. Necesito encontrar al responsable del Incidente. ¿Me puedes ayudar? 

—Lo siento, pero no creo que sea posible. Si bien, para superar tan complicado caso, deberás encontrar la raíz de mandrágora que estaba en el medallón tu madre. 

No muy lejos, Anita observó unas siluetas por los pedazos de pedestales viejos de madera humeante. Ella sudaba intensamente; las gotas le resbalaban por la cara mientras los zapatos la guiaban y protegían de las brasas. Los zarcillos de fuego parecieron adquirir vida propia. Parecían dragones rojizos en miniatura.

Al acercarse más, columnas de hollín ascendieron en espiral. Anita se sobresaltó visiblemente. Cómo ella avanzaba hacia ellos; vio el contorno de uno en particular, alto, delgado y con capucha batallando con Laura Nio - la madre de Anita -, al igual que su padre luchando a su lado. El no poder intervenir fue estresante para la joven científica, quien sólo atinaba a mirar expectante cada movimiento esperando lo peor. Ella observó que sus padres estaban en peligro, un pedestal cayó en llamas, casi matando a la pareja; y el resplandor dejó ver el instante, en que el brazo que arrancaba el medallón del cuello de Laura tenía un tatuaje peculiar.

—¡No puede ser! —musitó —. Sus dorados ojos estaban abiertos de par en par, y repitió, — ¡No puede ser! —. Luego se

quedó en silencio, y se dio cuenta que había puesto en marcha algún proceso de pensamiento que sería estúpido no analizarlo.

Anita reconoció el símbolo de la constelación Osa Mayor tatuado en el brazo del sujeto, el mismo que la pelirroja Paula Lowell diseñó para él en el día de San Valentin. Sin duda alguna, este tipo había regresado de la muerte para conspirar contra ella. Sabía que si no recuperaba pronto la raíz con poderes polimorfos estaba en un peligro inminente.

¿Pero, quién era, el otro hombre? Allí entre los escombros y escondiéndose por un abanico interminable de flamas? Las rodillas de Anita temblabaron, y la científica se llevó ambas manos a la boca para impedir que escapara el menor sonido de ella. En ese momento su corazón se aceleró y una aterradora idea cruzó por su mente, y llegó a pensar ¿Es posible que ...? Y, si lo es, ¿cuán cerca estoy de mis enemigos?. Súbitamente se sintió mareada, aturdida, y empezó a faltarle el aire. 

Anita Zinc se desvaneció como el humo de una fogata en la noche.

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41 - Haz una historia de alta fantasía acerca de una aprendiz de alquimista.

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