Crónicas de Serendipity

Cuando por fin pudo estar frente a Frëayū, se acercó con cautela, y se quedó mirándola incrédulo. Usküdar sentío una intensa tranquilidad, observo a la enorme dragona, recostada en su hermosa madriguera. Iridiscentes escamas de arcoiris resplandecían en cada curva serpentina del cuerpo, como si alguien hubiera dejado un puñado de piedras semipreciosas sobre sus escamas. Parecía tranquila estando dormida, pero no dejaba de verse terrorífica cuando respiraba y apenas movía su larga cola de colores neón.

El aire estaba tan saturado de olor a madreselva y azaleas.

—Tranquila… —susurró él en su tono más apaciguador.

El espacio entre ellos parecía denso y pesado, como la calma antes de una tormenta. Cuando la tocó, una descarga punzante le serpenteó por el brazo. Usküdar notó cómo las lágrimas tocaron sus dedos, sutilmente al principio, pero pronto Frëayū empezó a agitarse levemente que él retrocedió con recelo. La dragona había dormido cerca de veinte años enroscada sobre su guarida. Su enorme boca se abrió en un largo bostezo y su aliento, escupía una débil llamarada por las fosas nasales. Usküdar comenzó a experimentar visiones claras y detalladas de Frëayū. Entre las visiones, el elfo visualizó fragmentos de su vida anterior, como el verdadero motivo de la traición de Kalfor. Sin embargo, a medida que las visiones se desplegaban, el percibió también la soledad y el dolor que resonaban en su propia existencia.


Sin dudar, el elfo mandrágora se apresuró a recoger las diminutas gotas de agua, brillosas como diamantes en una botellita, que luego guardó en su cinturón. Mientras daba los primeros pasos para alejarse, una pequeña figura peluda saltó hasta sus hombros. El pequeño engendro sacó las zarpas y marcó el costado derecho de Usküdar. A pesar del dolor, no parecía importarle, pero la sangre comenzó a correr por su brazo.

—¡Maldito engendro! —gritó y retrocedió unos cuantos pasos. Aïgana, que había estado en silencio y preocupada desde el descenso del elfo, miro de hito en hito a Björn y Zarth, y luego al resto de los compañeros con ojos desorbitados como diciendo "¿Que fue ese grito?" Luego descendió tan rápido como pudo por el hueco, por suerte era ágil y de pies ligeros y bajo en tiempo record. No era su aura enigmática y misteriosa lo que le había hecho inquietarse, la naturaleza de las Drinfas solía ser así.

—¡Sphèretus Colèrum! —.

Su ataque impactó de lleno sobre el pecho del engendro, haciéndole retroceder. Sin embargo, el poderoso exoesqueleto que lo protegía resistió el tremendo impacto. La enfurecida bestia, volvió a descargar sus enormes garras sobre la cabeza del elfo, quien, tras moverse esquivó por milímetros el golpe, cayendo al suelo mientras la Drinfa torció la muñeca una vez más y su mano lanzó un hechizo flamígero. La presa murió calcinada en el acto.

Exhaló un breve suspiro y se acercó al cuerpo sin vida del animal, sorprendida por lo que acababa de hacer. Tenía que volver a repetirlo. —Oye, ¿estás bien? —. —Es solo un corte — respondió — mirándole sorprendido, pues cualquiera que fuese el hechizo que le había lanzado al animal, había surtido efecto.


—Puedo detener el sangrado — dijo — pero vas a necesitar algunos cuidados para la herida. 

—¿Quién eres en realidad? —susurro muy cerca de su cara.  

Un cúmulo de emociones se agolparon en la garganta de Aïgana y le impidieron responder, pero sus ojos se encontraron con los de Usküdar y esperó que él percibiera la gratitud en su mirada. La había rescatado de los abominables Komadrējas humanoides, había tenido paciencia con ella y la había ayudado a desarrollar sus fortalezas. 


Los ojos verdes de la Drinfa púrpura apartaron la mirada bruscamente.

—¡Vaya, esto sí que es un milagro! —exclamó, tratando de evadir la pregunta —. No tienes idea el poder que poseen unas cuantas gotas,  pueden neutralizar efectos de necromantica muy potentes —.

—¡Deprisa, tenemos que salir de aquí! — grito Björn desde arriba.

—Dame la mano —apremió ella. Tenían que apresurarse.


Cuando el grupo se reunió, expresaron felicitaciones y abrazos efusivos, y aprovecharon un momento para evaluar la situación, asegurándose de que todos estuvieran bien. Usküdar estaba herido, pero sin peligro. Björn, los gemelos y los dos caballeros también parecían haber sobrevivido al caos anterior, habiendo desaparecido en algún lugar durante el enfrentamiento.

Sin embargo, su celebración fue rápidamente interrumpida por los gritos de Aïgana. 

—Tityus! Tityus! ¿Dónde estás? —.


Garth se acercó a la concavidad y vio al pequeño escarabajo atrapado por una serpiente de fuego trepando por la pared. Sus dientes se contrajeron triturando al pobre Tityus, que luchaba por escapar de sus fauces. Él la miró de tal manera que Aïgana se acercó a la orilla, pero él la detuvo sujetándola fuertemente. 

—¡Sujetala bien! —grito el elfo. Sus orejas giraron hacia el sonido. Pero no cabía duda de que el pequeño escarabajo estaba siendo triturado por los dientes humeantes de la espantosa culebra.

—¡Salva a Tityus! — gritó la voz de ella; había sido una orden, pero luego la acompañó de una súplica más suave . ― Usküdar, por favor, salva Tityus .


No hubo respuesta.


El dolor era inmenso, pero peor aún era ver pedazos de su pequeño Tityus colgar de la saliva pegajosa delante de ella, Usküdar se abalanzó sobre la joven Drinfa, la agarró por los hombros y la estampó a su pecho. Ella no opuso resistencia: solamente se ahogó en llanto. 

—¡No den la espalda al monstruo! —gritó Björn a sus amigos. 


Para su sorpresa, la bestia abrió las fauces y lanzó una gran cortina de llamas sobre ellos. Pronto el aire se llenaría de humo.

—¡Corran! —. Todos salieron corriendo de un sitio para otro sorteando trampas por los pasadizos.

Oyeron el resonar de unas pisadas y seguido de una serpiente que se les acercaba a toda prisa, dispuesta a embestirlos. 

—¡Más de prisa! —grito Garth cuando vio flaquear a Usküdar. 

El enorme y largo reptil les estaba ganando terreno. 

—¡Aquí dentro! —grito la Drinfa haciéndole señas. 

Cuando todos habían entrado a la cámara, Zarth cerró rápidamente la puerta. 


El sexteto tomó aire, sin aliento.


—¿Qué lugar es este? —, pregunto Björn —.

—Tal vez uno de esos lugares donde hayan joyas escondidas de algún sacerdote ..... — dijo Garth, tratando de abrir una puerta pero no tuvo éxito. 

—Las cerraduras deben estar oxidadas — dijo Zarth molesto. 

—Aquí todo huele horrible — dijo ella tapándose la nariz —. 

—Debemos encontrar la salida —dijo Usküdar seriamente —. 


La parte baja del castillo estaba recorrida por varios claustros intrincados, y no resultaba fácil dar con la puerta que se abría a la salida de la caverna. Un terrible silencio reinaba en aquellas regiones subterráneas, salvo, de vez en cuando, algunas corrientes de aire por aquel largo laberinto de oscuridad. Avanzaban sin hacer ruido, en la medida que su impaciencia se los permitía, aunque se detenían a menudo y agudizaban el oído para saber si los seguían.

—Debemos salir —dijo Aïgana —. No se detengan por oscuro y deprimente que sea, no podemos errar el camino, pues conduce directamente hacia las montañas. 


En uno de esos momentos pensó oír un suspiro. 


—¡Silencio! —susurró la Drinfa —, ¿escucharon? —.

—¡Si! —respondio Björn —. 

—¡Sin duda esta fortaleza está encantada! — se apresuró a interrumpir Garth. 

—Deben ser almas en pena, podemos aliviar sus sufrimientos preguntándoles —prosiguió Zarth.

—¡Callen y escuchemos! Estoy segura de haber oído una voz. O ustedes me han contagiado sus terrores —. 

Usküdar los miró, sorprendido.

—¿Lo dicen en serio? Me parece algo completamente absurdo —, dijo él, tocando la herida con mucho cuidado. Le dolía con cada movimiento que realizaba.

—No perdamos el tiempo en tonterías — le apremió .... y sin esperar respuesta—. 

Llegaron junto a una puerta, cuyos bisagras chirriaron al ser empujadas. Penetraron en una estancia que carecía de la mitad del techo y de casi dos de sus paredes, a excepción de unas columnas situadas en el centro, que en su día debieron ser una magnífica ornamentación. Usküdar se apoyó en una de esas columnas y ésta se movió, giró sobre sí misma, quedando, ante la mirada perpleja de ambos, una abertura por la que sobradamente podía pasar un ser humano.

—¡No! ¡No es posible!

Björn se había acercado también.

—Esto es un milagro… —musitó él.

Aïgana casi dio un salto de alegría. Hacía semanas que no cazaba, y ansiaba tener en sus manos un trozo de carne asada de un fogón.


La abertura daba hacia la salida de las montañas, hacia donde, en aquel momento, caía sin cesar una lluvia congelada entre la nevisca. 


¡Gracias por leer! ¡Hasta la próxima entrada!

♥♥♥



Comments

  1. Oh, so epic. Loved the imagery! Wonderful names for the characters too. Oh, you have really pulled us in. Still, I can't help but think of Fairy & Sword when I read this. Thanks so much! All the best to your creativity!

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  2. WOW! I love how this starts. You have such a great situation rolled in such wonderful descriptions. I look foward to more! I Hope you have had a great week of celebrations!🍩🩷🐉🎭🐉🩷🍩🤍 Thank you for reading and thank you so much for your comments. All the best to your imagination and creativity!

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