Jueves literarios

"La empresa de criptomonedas CryptoSoph a sido víctima de ataques informáticos, por la célula delictiva Pea-Boy, que  atacaron a la billetera descentralizada X-Wallet y debitaron..."

La locutora se desconecta de las noticias Dimensión X de transmisión holográfica.

Después de mucho pensarlo, finalmente Mara Laira (aka Mujer Virtual) acepta la proposición de Octavia, abogada de la Facción Fantaso, sobre el caso Pea-Boy de piratería. 

—¿Estas lista, Maia Lara? —

—¡No me llames así! —replica con una leve sonrisa. 

—Pero… —protestó Octavia sin poder terminar la frase.

—Llamame, Mujer Virtual —la interrumpe con firmeza.

 —De acuerdo, tú dirás. — concluyó —.

Ese nombre solo le traía a la memoria recuerdos de tiempo pasados que quería olvidar. La Mujer Virtual, era muy conocida en el mundo del Mara Verso, por ser una joven locutora sobresaliente y una de las mejores moderadoras y hackers actuales.

—Date prisa, antes de que me arrepienta —dice intentando mantener un porte sereno.

—Entra al HoopLoader —le dice Anita Zinc, levantando un brazo en señal de posicionamiento, y con el uso del TechGital hace un clon a partir de un análisis de su entorno cibernético, para que pueda movilizarse entre los humanos. En segundos es transformada con un innovador sistema de piel artificial tridimensional.

Luego, Ulises Lestrade abre un vórtice interdimensional, que la conduce a un planeta distante llamado: Tierra.

Cuando finalmente se encuentra frente al edificio, la Mujer Virtual mira hacia arriba, tan lejos como pueden alcanzar sus ojos. Aquella amplia avenida está casi vacía. De pronto aguza el oído y percibe unos pasos que se acercan. Ella, escondida atrás de varios pilares, no aparta la vista hasta ver como una figura sospechosa emerge detrás de unos letreros de neón. Es una joven de cabello largo con un negro pasamontañas. La curvilínea figura comienza la escalada de ascenso muy de prisa. Su cuerpo se mueve con rapidez y precisión. La Mujer Virtual siente la adrenalina del peligro, el riesgo y la aventura. Así que, con la agilidad de una felina, inicia la escala al edificio hasta el trigésimo piso. Enseguida se da cuenta que no hay sensores de movimiento, y da por sentado que las cámaras de seguridad están desactivadas.

Entra en la estantería de las unidades de serie KQK.  Se pone los guantes conductores y se acerca a la mega Krolum, un interfaz gestual flotante compuesto por iconos tridimensionales en órbita, que representan fragmentos de información sobre los monederos de hardware. 

«Veamos... Ah, esta estructura es interesante», se dice a sí misma en voz alta. Aparecen varios círculos azules entramados a líneas amarillas. Alguien garabatea en el Krolum con un rotulador, tratando de atacar el servidor diez con un nuevo 'botnet' conocido como 'Venenosa'. Una vez revisado el historial, logra rastrear de dónde viene. Para su asombro está en el mismo edificio. «Debo frenar el código antes que convierta los dispositivos en 'zombis'», piensa. 

Una voz la saca de sus pensamientos. 

—¡Hum! Tanta curiosidad podría acarrearte funestas consecuencias —dice, apuntándole con su arma láser. —No te muevas —advierte, con voz determinada.

Ella se quita el pasamontañas, dejando al descubierto un rostro joven y sonriente.

—¡Daphne Kan! —gruñé, consternada —. ¿Qué diablos estás haciendo en CryptoSoph? —.

—No exactamente lo mismo que tú —replica ella.

La Mujer Virtual no aparta la mirada de su arma hasta que ve emerger de las sombras a un chico punk,  la cresta de azul eléctrico resplandece por causa de la luz artificial. Ella sabe de inmediato quién es.

—¿Fito Cromo?—, pregunta ella —. ¿Tú? ¿Un cryptojacking? ¿Desde cuándo?

—Es un trabajo en curso—, admite Fito. —Disfruto minar bitcoins. Es un reto que me mantiene ocupado. También es una manera de que no se oxiden mis conocimientos informáticos. 

—Fito  —murmura Daphne  —¿Por qué llegas tan tarde?

—Hubo un cambio de planes —replica, tocando el piercing de su nariz.

Súbitamente, Fito extiende la mano y acciona los dedos inteligentes de su guante, y con un movimiento sincrónico deja salir a varios de sus amigos disfrazados de robots enmascarados. Aquellos bichos metálicos, se posicionan con gran agilidad a su alrededor. Regina Clamór y Atalanta logran inmovilizarla por los brazos. Mara Laira logra reconocer la voz de Duality mientras se acerca a ella y la toma por el mentón con fuerza. —¿Qué te parece la sorpresa?— le dice, mientras se quita la máscara metálica.

Sin darle tiempo a salir de su asombro, cada uno se va quitando la máscara frente a ella y grita:

—¡Feliz cumpleaños Mara Laira! ¡Salud en tu día especial!

Seguido, una bombástica explosión de música, globos  de colores, regalos y abrazos son el aderezo para la ocasión.

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