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¡Corvus! —vociferó Luna, alzando las dos cejas con una expresión confundida en su rostro —. ¿Dónde estás? 


Luna no oía su lúgubre graznido. No oía nada excepto los ecos de unas melancólicas cuerdas de arpa, que vibraban en la habitación de la Sacerdotisa. Ésta, instintivamente, se dirigió a la sala de los cristales, donde ella descansaba.


–Disculpa, milady, pero no encuentro a Corvus - dijo casi en susurro -. 


Luna contempló la fría belleza del salón, como si lo visitara por primera vez. Sonrió nostálgicamente al observar aquel rincón tan especial, donde seguía acumulándose la nieve tan pura y blanca. La luz violeta se filtraba tamizada por los arabescos de los gigantescos cristales de las ventanas. Esperó unos instantes en actitud sumisa.


Antártika frunció el ceño, y la única respuesta fue una serie de rápidas notas en su arpa que sonaron a hastío. –¿Como que no lo encuentras? -inquirió, arrancando un tono chirriante de las cuerdas del arpa.


La sacerdotisa parpadeó y mantuvo sus dedos quietos durante unos segundos. Estaba extrañada y molesta, ¿donde estaría?. Corvus era el último de los cuervos de las crías Warkus, pertenecía a una única especie de cuervos malignos y de aspecto temible. Ella le solía quitar las plumas para realizar hechizos y rituales arcanos.


–¡Avísale a los guardias! –gritó –. Y se dirigieron apresuradamente a buscar por todos los rincones del palacio, revolviendo cortinas, apartando mesas y bancos pero tampoco lo encontraron. Antártika y Luna decidieron subir a la terraza de la torre Roja, donde le gustaba tomar el sol.


De repente, justo a la entrada Luna gritó: –¡Allí está!


Sin más, ella dio un salto hacia adelante para agarrarlo, cuando la punta de una reluciente flecha apareció insertándose en el pecho de la sirviente. Impactada por el espectáculo, Antártika apenas si tuvo tiempo de rodar a un lado para esquivar una segunda flecha, que atravesó el corazón del viejo cuervo con un golpe sordo. Luego se incorporó despacio, sin creer lo que veían sus ojos. Nadie se dio por enterado de la emboscada. Nadie. 


Ella levantó a Corvus en sus brazos, empezó a llorar, y, por primera vez, mostró sus sentimientos con gritos desgarradores y de dolor por la muerte de aquélla ave negra como la noche. 




| #52retosliterup | Relato | Corvus

46 - Escribe una historia que incluya un personaje que tiene un cuervo como mascota. 

¡Gracias por leer! ¡Hasta la próxima entrada!

♥♥♥


Comments

  1. Such great descriptions! Very intense.

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  2. What great atmosphere. Thanks for the challenge. All the best to your creativity!

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  3. Hola
    Pobre cuervo, jope te ha quedado muy chulo
    Un bes💕

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