Escritura creativa

| Alysium | El Tintero de Oro | Relato |

Escribir una historia de Fantasía en la que realidad e irrealidad se entremezclen. Un relato en el que se mencione con sentido la novela Alicia en el país de las maravillas o al autor, Lewis Carroll. Y en el que el protagonista sea uno de los personajes de esta novela visitando nuestro mundo real. 

Alysiumpocalíptico

Gran Observatorio TryOn

Después de ser criogenizada por treinta años, la Reina Roja había escapado con la ayuda de la Sota de Corazones, que logró robar el código para revertir el proceso. Cuando se enteró de que Alicedroid le andaba pisando los talones, decidió escapar a través de la esfera holográfica Alysium, que posee la habilidad de permitir proyectarse hacia otra dimensión. 

La figura delgada, vestida de negro carmesí, luchaba por activar con su Friki araña el hexágono magnético de la esfera holográfica cuando, de pronto, escuchó una voz andrógina:

—¡Ríndete, Reina Roja!

Rompió a reír a carcajadas al reconocer la voz de Alicedroid.

—¿De qué te ríes, imbé...? 

No la dejó terminar la frase. Lanzó un grotesco parásito cósmico contra aquella androide, haciéndola caer. Después, las patas pulposas de aquel engendro rodearon su cuello. Estrangulándola.

—Apestas, ¿no te has duchado hoy? —la escuchó decir con ironía.

A continuación, observó cómo, con una extraordinaria rapidez, Alicedroid insertó una cuchilla retráctil en el ojo de la bestia. Esta chilló, tapándose la cara, hasta que su cuello fue cortado, provocando un géiser de plasma viscoso. 

«¡Maldita sea!», se dijo. No la iban a encerrar de nuevo en aquel frío eterno. No la iba a capturar esa mocosa de tuercas y tornillos. Consiguió manipular la pantalla multitáctil para tener acceso al hexágono. Luego, la friki araña saltó desde su hombro, colocando las seis patas en cada vértice. En segundos, la esfera se partió en dos dando paso a un gran portal luminoso. 

¡Libre! ¡Libre al fin!

Sin embargo, un enorme golpe en la espalda le hizo comprender que Alicedroid también había atravesado el portal y la acompañaba en su caída… 

Primavera de 2020, Manhattan

Sentado en una cómoda silla de oficina, frente al conjunto de pantallas, el joven trataba de adaptarse a un nuevo software. De repente, un fulgor detonó en el monitor y comenzó a parpadear todo tipo de colores en una especie de embudo, apuntando hacia la pared del cubículo. Atónito observó cómo esas formas luminosas se materializaron en dos extrañas mujeres. 

—¡Ahhh...! ¡Qué rayos está pasando! —clamó despavorido.

La Reina Roja ni se inmuto y se lanzó desde el octavo piso sobre un abanico de naipes. Alicedroid hizo lo mismo, pero girando a la vez que caía en medio de la plaza Times Square. El lugar se veía semi desierto, con un resplandor rojo sangre que no presagiaba nada bueno. Solo una veintena de personas extrañas con mascarillas de gas cruzaban las calles sin tránsito. 

Rápidamente, activó a Bot-Nejo, el ingenio robótico integrado a su antebrazo.

—¡Por las agujas de mi reloj! Pensé que te habías olvidado de mí. 

—¡No hay tiempo que perder, Conejo! —dijo, jalándolo con ambas manos por arriba de sus orejas—. Ve y escanea con tu visión aerial la zona. 

—De acuerdo —respondió, mientras su cuerpo quasi-humanoide se transformaba en un dron. 

Alicedroid puso el dedo en el escáner biométrico para poder entrar y recargar su chip de bioseguridad. En ese preciso instante, la interfaz de su brazo robótico replicó lo que el dron captaba: Una columna de humo rojo elevándose a cierta distancia.  

—¡Vamos! ¡Por aquí! —gritó el orejón, sobrevolando sobre su cabeza. 

Al llegar a Washington Square, la Reina Roja yacía bajo el arco del triunfo, con su haz de energía neural sobrecalentado lanzando chispas. Ella soltó una carcajada al verla envuelta en humo, desorientada, desgreñada, respirando apenas. 

—He venido por ti, así que mejor no te resistas —le advirtió. 

—Te rebanaré el cuello —replicó a la vez que de sus dedos volaron varios naipes de oro en forma de sierra esférica que chocaron contra el abdomen metálico sin causar daño.

Esta arremetió con una rápida y feroz combinación de golpes. La Reina Roja terminó con un grillete en el cuello, atada a una verja de hierro. Parecía tan pequeña, tan indefensa.

Tick, tock, tick, tock... sonó el reloj de Bot-Nejo, como una bomba esperando explotar.

Le quedaban muy pocos segundos para salir de esta dimensión o serían desintegrados. Los ojos de Alicedroid formaron una línea de energía azul a su alrededor y, justo antes de intensificarse, la reina histriónica sacó su mazo de cartas.

Bot-Nejo le arrojó dos aros gélidos a sus manos para evitar que usara la magia, pero resultó ser más veloz y hábil, lanzando dos naipes de filosos diamantes que resquebrajaron el cuerpo de metal y piel sintética, dañando sus circuitos y esparciendo sus tuercas y tornillos por el suelo. 

—¡Maldición, ¡pagarás por esto! —gritó, indignada, al mismo tiempo que recogía al robot de forma lepórida. 

Enseguida se dio media vuelta, preparada con su arma criogenizadora, pero en una milésima de segundo la Reina Roja desapareció ante sus ojos, a través de un anuncio que centelleaba y refulgía en lo alto de una enorme estructura de acero y cristal.

¡Gracias por leer! ¡Nos vemos en la siguiente entrada!

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