DEXTER

South Beach, 3:00 am.

La chica despertó desnuda, sudando, con un pésimo dolor de cabeza y la sensación de estar flotando. La carne de sus huesos estaban amoratados, sus muñecas adoloridas, del cuello colgaba un rosario con Cruces de Nerón. Como pudo levantó su adolorido cuerpo y se acercó a una pequeña ventana. A lo lejos, solo podía distinguir paredes metálicas y muy iluminadas. El aire flotaba sobre las veletas de un ventilador de techo que, agitaba el silencio castigador de aquella habitación.

- ¿Dios mío, dónde estoy? - Se preguntó a sí misma.

Intentó recordar cómo había llegado a ese lugar, pero le fue imposible saber cómo, el último recuerdo que a su mente venía, era la noche que salió de aquel bar y se dirigió hasta el estacionamiento.

De repente, su cuerpo desnudo se puso rígido. ¿Sería su imaginación? Sin saber cómo ni de dónde, sintió que era observada, haciéndole sentir un vértigo de terror. Miles de pensamientos se galoparon de pronto a su materia gris y, asustada con un temblor involuntario, haciendo uso de sus pocas fuerzas, golpeteo las puertas una y otra vez

- ¡Auxilio!!Que alguien me ayude, por favor! - grito.

Sus gritos resonaron entre aquellas cuatro paredes, perdiéndose en el abismo del más profundo silencio. Después de algunas horas, un suave crujir de puertas al abrirse, la alertó, haciéndola erguirse de la cama lentamente. La joven trató de poner atención, para ver si escuchaba algo en particular; pero nada, ni tan siquiera el rugir de automóviles.

En segundos, aparecieron dos monjas de túnicas blancas con antifazes morados, cargando un maletín negro, con cruces de oro y plata. Y tras ellas, venía una figura alta, vistiendo una larga cogulla negra con pequeñas cruces invertidas bordadas en color morado. La capucha en la cabeza medio cubría una máscara morada que ocultaba el rostro. De su cuello colgaba un medallón de la Cruz de Nerón con 9 zafiros rojos que representaban los nueve pecados satánicos.

- Mira a quién tenemos aquí. Nada menos que a una doctora.  – dijo, con sonrisa malévola. 

- ¿Quiénes son ustedes? ¿Dónde estoy?, - cuestionó,  temblando como si la muerte misma estuviera a su lado.

- ¡Cierra la boca! No estás en posición de hacer preguntas. - gritó con tono airado.


Enseguida, la extraña silueta, movió los dedos en señal para la preparación del acostumbrado ritual. Una de las monjas abrió el maletín y, procedió a sacar unos pomos de infusión que olían a jazmín, lavanda, salvia y menta; luego comenzaron a frotarlo por todo su cuerpo. Luego, sin mediar palabra, la espeluznante mujer señaló con su dedo índice a la derecha, sin dejar de clavar la mirada sobre el rosario que colgaba de su presa. Sus manos largas y blancas, sostenían la biblia luciferiana, con un par de cirios negros.Tras cruzar un largo y estrecho pasillo se divisó una amplia habitación, donde había estantes repletos de libros de ciencias ocultas, esoterismo y teología. Un inmenso espejo que distorsionaba todo reflejo, se ubicaba al fondo de la estancia, donde salpicaduras de sangre, y el terrible olor a muerte, daban un aspecto terrorífico.


Allí alguien les esperaba, una monja alta y flaca, con máscara negra que solamente dejaba ver los ojos centelleantes. La chica comenzó a forcejear y gritar, pero las dos enormes y gordas monjas la sujetaron fuertemente. El miedo fue tan fuerte que no pudo controlarse y ahí, entre gritos de angustia se orinó. 



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